A pesar de la media hora que se dio de tregua en el Dolor, la lluvia impidió recorrer más allá de Palacios. La Virgen del Dolor tan siquiera cruzó el dintel de la Prioral, ante la tristeza de los fieles que aguardaban expectantes en riguroso silencio.
La complicidad de los que año tras año esperaban al Señor del Barrio Alto, no tuvieron más remedio que rendirse ante la climatología y en un abrir y cerrar de ojos, saludarlo y despedirlo antes de tiempo.
Paraguas y mucho pesar aguardaban un final lastimoso, en una noche pasada por agua, que tomó el protagonismo ante otra estampa que se quedará guardada en las retinas de los cofrades.
Los aplausos de ánimos y el abatimiento de las imágenes, hicieron que el recogimiento del Cautivo tuviera una recogida apesadumbrada y entusiasta.