El Recreativo Portuense al fin sonrió el pasado domingo después de reencontrarse nuevamente con la victoria, la misma que se ha ido prolongando con el paso de las semanas de una manera machacona y constante.
Un triunfo tan necesitado como calmante para saciar la ansiedad de alcanzar cuanto antes la permanencia de una categoría que ha sacado la peor versión de un equipo con demasiados altibajos e irregular.
Una temporada aciaga y compleja como pocas y con dos inercias bien distintas. Si en la primera vuelta el equipo incluso mejoró lo realizado en el pasado curso, lo cierto que con la entrada del año, lo dispuesto no ha sido ni mucho menos la mejor versión deseada por un equipo joven que no encajó en una categoría exigente.
El tramo final del campeonato no hace sino insuflar un respiro de alivio de una Liga sufrida y eterna, a tenor de los inconvenientes sufridos por un equipo sujeto en demasía al encorsetamiento de una entidad con demasiadas limitaciones.
Con un equipo de andar por casa y con una apuesta de al menos igualar lo realizado la temporada anterior, el Recre Portuense ha sufrido de lo lindo para competir en una Primera Andaluza igualada y compleja como pocas.
Con la permanencia conseguida de manera virtual, la certificación de ésta debe conseguirse de manera matemática en las próximas semanas, ante un calendario que se presta a ello.
La victoria experimentada ante el filial del Sanluqueño (0-1), despeja la incógnita en la medida posible de encarar estos cinco encuentros que restan por concluir el campeonato para asegurar su participación y volver la próxima temporada a fijarse nuevos retos y a ser posible con menos pesar.
Enfrentamientos como el de Los Cortijillos, Estella y Villamartín, a domicilio, y con Rivera y Trebujena en los dos únicos partidos que deben hacer frente como local.