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Miércoles 20/11/2024
 

El sexo de los libros

Louis Aragon y el comunismo

Entre Breton y Aragon había existido una profunda amistad; y, a pesar de las diferencias que vinieron después, la mutua admiración perduró tácitamente a través del tiempo.

  • Aragon y Elsa

En diciembre de 1917 se crea en la Rusia soviética la Vserossíiskaya chrezvicháinaya komíssiya po borbié s kontrrevoliútsiyey i sabotázhem (Comisión Extraordinaria Pan-Rusa de Lucha frente a la Contrarrevolución, la Especulación y el Sabotaje). Dicho organismo fue conocido al principio por sus iniciales —Vecheká—, y más tarde por la abreviatura Cheká. En el origen del invento estuvo el inolvidable Feliks Dzerzhinsky, un “experto en seguridad”.

En 1922 la Cheká pasaría a denominarse GPU, siglas de  Gosudárstvennoe Politícheskoe Upravlénie (Administración Política del Estado), con las mismas funciones de policía secreta y que, en 1923, se integró en el Directorio Político Estatal Unificado. La regla básica consistía en que “tranquilidad viene de tranca”.  

La situación de la URSS en aquella época era particularmente difícil como único país socialista —plagado de adversarios internos— en medio de un mundo capitalista y colonial. En la federación de los soviets el rigor policíaco y la energía en materia de orden público y contraespionaje resultaban imprescindibles. Por otra parte, en el trono del Kremlin no se sentaba precisamente un franciscano.

En 1931, el escritor francés Louis Aragon (1897-1982) publicaba un libro de poesía titulado Persécuté, Persécuteur, en el cual se incluye un poema que, entre otras cosas, dice lo siguiente: Pedid un GPU vosotros los que sois doblegados y asesinados / pedid un GPU / necesitáis un GPU / Viva el GPU figura dialéctica del heroísmo / que puede oponerse a la imagen imbécil de los aviadores / considerados por los imbéciles como héroes cuando se rompen / las narices contra el suelo / Viva el GPU verdadera imagen de la grandeza materialista / Viva el GPU contra dios Chiappe y la Marsellesa / Viva el GPU contra el papa y los piojos / Viva el GPU contra la resignación del los bancos / Viva el GPU contra las maniobras del Este / Viva el GPU contra la familia / Viva el GPU contra las leyes perversas / Viva el GPU contra el socialismo de los asesinos como Caballero Boncour MacDonald Zoergibel / Viva el GPU contra todos los enemigos del proletariado / Viva el GPU, etc. El socialismo aludido es, obviamente, la socialdemocracia. El poema no se contabiliza entre los mejores que escribió Aragon y tal vez lo más censurable del texto sea su aparatoso infantilismo oportunista. Louis Aragon seguía siendo, un tanto inconscientemente, el joven anarcoide del escándalo por el escándalo y enemigo de todo sistema social; es decir, le costaba abandonar por completo el talante provocador de las vanguardias en las que había intervenido como ejecutante destacado.

Aragon, activo todavía en el Surrealismo, ingresó en el Partido Comunista Francés en 1927 y se tomó la militancia muy en serio. A partir de 1928 su compromiso ideológico se refuerza gracias a su encuentro con Elsa Triolet (su Virgen de Lourdes) y a su primera estancia en la Unión Soviética  con motivo del II Congreso Internacional de Escritores Revolucionarios que se celebraría en Jarkov en noviembre de 1930. Dos años después tiene lugar su ruptura definitiva con los surrealistas para pasarse, con armas y bagajes, al Realismo Socialista, estética oficial del comunismo en todo el mundo, una estética en la que Aragon nunca se sintió verdaderamente cómodo aunque afirmase lo contrario. De hecho, en la década del 60 volvió a conectar con determinados movimientos literarios  experimentales. Supo nadar y guardar la ropa. En su producción real-socialista hallamos obras memorables. Es uno de los grandes poetas y prosistas del siglo XX sin la menor duda.

Aragon y Elsa pasaron largas temporadas en la Rusia de Stalin. Conocían la aguja de marear y mantuvieron intensos vínculos con la Komintern. En aquel contexto todo lo relacionado con la policía se presentaba desde las alturas  con ciertas connotaciones deportivas, higiénicas, juveniles, terapéuticas, al margen de otro lado oscuro y siniestro derivado de un concepto confuso de la supervivencia política; pero prevalecía de manera especial el nexo con la aventura detectivesca y el enervante atractivo de las maniobras nocturnas. Fueron muchos los que pagaron caras estas imprudentes aficiones.

La fidelidad de Aragon al PCF fue de por vida. En la fase post-estaliniana asumió la praxis de silencio adoptada por los comunistas franceses. Su condena de los excesos de Stalin fue tardía. En 1968, sin embargo, rechazó la invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia sin dar opción a dudas, lo que no le impidió morir  Aragon conservando su puesto en el Comité Central del partido.   

Hubo un período en el que Aragon, ya convertido a la ortodoxia comunista, intentó una fórmula conciliadora con el Surrealismo que no prosperó a causa de la adscripción de André Breton y su círculo más próximo a la herejía trotskista. Entre Breton y Aragon había existido una profunda amistad; y, a pesar de las diferencias que vinieron después, la mutua admiración perduró tácitamente a través del tiempo. En un encuentro con Dominique Arban en 1968, Aragon recordaba el magisterio de André Breton, fallecido en el 66: “No teníamos entrevistas: éramos los mejores amigos del mundo. Lo esencial de nuestra relación no era, en absoluto, lo literario... Teníamos entusiasmo, hacíamos descubrimientos: nuestra vida era una vida de descubrimientos”.                

 


 

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