El suceso tuvo lugar en el suburbio de Parañaque, donde al parecer ambos grupos de delincuentes querían atracar la misma oficina de una compañía de transportes de la zona y se enfrentaron entre ellos.
Cuando llegó la Policía, los ladrones, armados con subfusiles de asalto y lanzagranadas, abrieron fuego contra dos coches de patrulla y todo aquel que se cruzó en su camino en pleno barrio residencial de este distrito, uno de los 16 que integran la zona metropolitana.
En el tiroteo murieron diez atracadores, un policía, dos guardas de seguridad y cuatro civiles, entre éstos últimos un hombre y su hija de 8 años, acribillados a balazos cuando pretendían cruzar el lugar en un automóvil, y tres agentes resultaron heridos.
Tres delincuentes lograron huir en un vehículo robado, mientras la Policía se incautó en la escena del crimen de cuatro rifles automáticos M-16, dos lanzagranadas, varias pistolas y munición.
Entre los agentes de policía heridos está el inspector jefe de la Fuerza de Acción Especial (SAF), Hermogenes Cabe, que se encuentra ingresado.
Las dos bandas callejeras implicadas, Waray-Waray y Ozamis, son dos de las más notorias de la ciudad de Manila y están acusadas de múltiples atracos a bancos y secuestros en los últimos meses.
Sus miembros son conocidos por llevar chalecos antibalas y en ocasiones se disfrazan de SWAT, el cuerpo de elite de la Policía filipina.
Estos sucesos violentos son habituales en la capital de Filipinas, considerada la gran urbe más peligrosa de Asia por la proliferación de armas y elevado índice de crímenes.