Para ser los primeros comicios que se celebraban en 20 años y a pesar de que suponen un hito en la historia de la democracia, según la Junta, los birmanos demostraron en general poco entusiasmo por ir a votar.
En Mandalay, la segunda mayor ciudad, no se formaron colas ni aglomeraciones en los centros de votación a los que viandantes y motoristas evitaban acercase, incluso alguno se daba la vuelta en cuanto divisaba a distancia la bandera nacional que indicaba la ubicación de un colegio electoral.
"Yo y toda mi familia votaremos el día que Daw Aung San Suu Kyi sea liberada y pueda participar en unas elecciones", declaró Tin Moe, un pequeño empresario de la ciudad.
El único grupo numeroso de votantes que Efe observó se congregó en un colegio electoral de la carretera que conduce a Naypyidaw, la capital, en la que varias decenas de personas guardaban cola para consultar si sus nombres aparecían en las listas colgadas en los tablones colocados a la entrada de una escuela, ubicada justo al lado de una casa-cuartel de la Policía.
Sobre las cabezas de los congregados colgaba un gran letrero que rezaba en birmano e inglés: "En la escuela comienza la enseñanza de la disciplina", un término muy empleado por los militares birmanos.
En los centros de votación, montados en escuelas y en edificios públicos, no se apreciaba presencia de policías ni de militares en informe, aunque el acceso a esos era vigilado por tres o cuatro personas vestidas de paisano, alguna provista de radioteléfono.
La sede local de lo que hasta no hace mucho fue la temida milicia gubernamental transformada a raíz de las elecciones en el Partido de la Solidaridad y Desarrollo de la Unión, estaba desierta al mediodía porque sus candidatos disfrutaban de un banquete en el lujoso hotel Sedona, quizá para festejar por adelantado la victoria.
En la entrada del hotel varios policías y seguidores del partido que capitanea el primer ministro Thein Sein, uno de los 27 miembros de la junta que renunciaron a la carrera militar para postular su candidatura, custodiaban los automóviles de sus jefes.
A las elecciones no concurre la Liga Nacional por la Democracia, que con Suu Kyi al frente, venció de forma aplastante en los comicios de 1990 y cuyo resultado jamás han reconocido los generales.
Suu Kyi, que ya ha pasado confinada en su vivienda de Rangún 15 de los pasados 21 años, cumple los últimos días de una pena de 18 meses de arresto domiciliario, que en teoría expira este 13 de noviembre.
Esta mujer, que recibió en 1991 el Nobel de Paz por su resistencia pacífica contra el régimen, y la plana mayor de su formación, así como otras fuerzas de la oposición, decidieron boicotear las elecciones por considerar que estas eran una maniobra de la Junta para perpetuar a los militares en el poder.
A medida que se fue aproximando la votación, el régimen aumentó la intimidación sobre sus detractores, reforzó la censura y se esforzó para aislar el país, bloqueando el acceso a internet y las telecomunicaciones.
Aunque han participado 37 partidos políticos, pocos son los birmanos que dudan de que la victoria electoral será para el Partido de la Solidaridad y Desarrollo de la Unión, que con el apoyo de la maquinaria estatal y sin falta de fondos ha sido la única formación que presentó candidatos en todas las circunscripciones.
El Partido de Unidad Nacional de los incondicionales de Ne Win, el dictador que murió años atrás, es el otro con varias decenas de candidatos próximos a la cúpula de la Junta Militar que preside el general Than Shwe, quien en principio, reasumirá la jefatura del Estado.
Cerca de 28 millones de birmanos fueron convocados a las urnas y otros 2 millones apartados del proceso electoral al residir en aldeas de zonas del país controladas por las guerrillas étnicas que han anticipado que tras los comicios serán blanco de una ofensiva militar.
El Gobierno, uno de los más opacos y represivos del mundo, no ha anunciado cuándo hará públicos los resultados de los comicios, cuya organización considera un "secreto de Estado".
La Constitución de 2008 fue aprobada por el 98 por ciento de los votantes en un plebiscito que tuvo un índice de participación del 92 por ciento, según datos oficiales nunca contrastados por organismos independientes.
La Constitución birmana establece que el 25 por ciento de los escaños de la Cámara Baja del Parlamento están reservados a los militares, es decir 110 del total de 440, y en la Cámara Alta dispondrán de 56 del total 224 que la componen.