Las tropas y los miembros de las fuerzas de seguridad continuaron ayer sus operaciones en Hama y otras zonas del país con el fin de acallar las voces que piden la caída del régimen del presidente sirio Bachar al Asad, que acusó a “grupos armados” de atacar a policías con armas de fuego y cócteles molotov.
En Hama, donde la represión ha causado en los últimos días decenas de víctimas, el grupo opositor Comités Locales de Coordinación informó de que cinco personas, dos de ellas hermanos, murieron por los obuses de los tanques del Ejército.
Los grupos opositores señalaron en sus páginas de Facebook que hay francotiradores apostados por toda la ciudad y que los habitantes de Hama temen que las fuerzas de seguridad irrumpan en la ciudad.
Además, la red Revolución Siria contra Bachar al Asad indicó que los ataques con armas pesadas afectaron a la mezquita de Al Sharía, coincidiendo con la llamada a la oración, y que parte de su minarete quedó destrozado.
En 1982, Hama sufrió una masacre perpetrada por el régimen de Hafez al Asad, padre del actual presidente, para aplastar un levantamiento islamista que causó entre 10.000 y 40.000 muertos.
Coincidiendo con la víspera del inicio del ramadán, las autoridades sirias han aumentado sus operaciones represivas y causado un centenar de muertos.
Ayer se celebraron los funerales de las víctimas en Hama, Homs y Latakia, entre otras ciudades, y algunos de ellos derivaron en multitudinarias manifestaciones.