En tiempos de crisis y de guerra se aguza el ingenio, como pasó con la tortilla.
El general Tomás Zumalacárregui ante unas necesidades de alimentar a su tropa dijo que al huevo batido le echaran un sobrante de patatas fritas para que así cundiera en la soldadesca. El militar asegura esto en la Guerra de la Independencia y se cuenta que este es el origen de la tortilla de patatas, si bien hay otros antecedentes históricos de la misma.
En la invasión francesa de España estaban asentados los soldados galos en el pinar que luego llevó el nombre del invasor (Pinar de los Franceses). Como al ejército español no le llegaban las patatas de Chiclana tuvieron que hacer la tortilla pero sin patatas, por lo que se dio en llamarla tortilla a la francesa, por ser la francesada campante la culpable de verse privados del preciado tubérculo solanáceo.
Es curioso cómo la gastronomía se origina en los más variados acontecimientos, y que la guerra, como uno más, es gourmet para la improvisación de nuevos platos mientras los tiros se cruzan, las estrategias se diseñan y los soldados caen o se alimentan entretanto. Placer y guerra, eros y ares.
Pero para tortilla la que tiene la ministra Chacón que no sabe si es aliada o enemiga, si hace la paz o la guerra, si da la enhorabuena o el pésame, si va o viene. Porque nuestro ejército se toma en serio su trabajo, el ejército español, pero ¿se toma Chacón en serio al ejército, o se lo toma a chacota?, ¿superó su crisis de pacifista adolescente?
No sé si la ministra entiende de tortillas, pero sí debería llamar al pan, pan, y al vino, vino, y si no está de acuerdo con el ejército que no burle su honor y su historia. Se le debe hacer un revuelto de sesos cuando quiere contentar a ZP, a los militares y a los españoles de bien, cuando quiere contentar a los amigos y a los enemigos, volver sollaos en saraos, destejer las trazas militares para hacerlas trizas, tornar las bandas en bandazos. Nuestros ejércitos merecen un respeto que no siempre encuentran en el parajódico gabinete de la Chacón.
La guerra inventó las tortillas. Entre tapa y tapa, ¿no sería mejor que fuera ministra de ONGs? No se puede ser ministra de guerra y tener una condición excesivamente pacífica, porque el diccionario llama a esto pacato o pazguato. A la RAE me remito.