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Lunes 11/11/2024
 

España

La vida pública de los yihadistas detenidos en Madrid: un empleado en la Casa de la Moneda y un trabajador de una ONG

\"Se había vuelto muy introvertido, se dejó la barba y estaba todo el día con el Corán\", relata la compañera de uno de los arrestados

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Reclutaban y enviaban terroristas a Siria e Irak para combatir en las filas de ISIL, el grupo que le disputa a Al Qaeda la hegemonía terrorista mundial. Sin embargo, de cara al público llevaban una vida normal. Al menos dos de los nueve detenidos esta semana en Madrid en el marco de la 'Operación Gala' llevaban años trabajando en el mismo lugar sin que nadie en su entorno sospechase de su integración en una célula yihadista llamada 'Brigada Al Andalus'.

   Según han informado a Europa Press fuentes de la investigación, uno de ellos es Oiale Chergui, quien ya había sido reclutado, adoctrinado y preparado para combatir en las filas del Estado Islámico para Irak y Levante (ISIL), según la Policía. El miércoles ingresó en prisión eludible bajo 10.000 euros de fianza, pero su familia no está dispuesta, en principio a abonar ese dinero, según las fuentes consultadas.

   Chergui, de nacionalidad marroquí y 25 años de edad, trabajaba desde que era adolescente en una ONG en Madrid. Acudía todos los días y hacía jornadas de tres horas por la mañana y tres horas por la tarde. Ninguno de sus compañeros sospechaba hasta su arresto que Chergui, "siempre dispuesto a ayudar", compaginaba este empleo con sus visitas a la finca de Ávila con la que contaba su grupo para formarse física e ideológicamente para combatir por el Islam.

   "Era un chaval estupendo. Poco a poco le han ido comiendo la cabeza y se ha metido en este follón", relata a Europa Press una persona que trabajaba con él desde sus inicios en la ONG. Según dice les pilló "de sorpresa" la detención. "No apareció el otro día a trabajar, nos sorprendió que ni siquiera hubiese llamado. Venga a llamarle y venga a llamarle al móvil y nada. Llamamos a la familia y tampoco sabían nada. Llamaron a la mujer y así supimos que le habían detenido", relata.

"HABRÁ QUE REEMPLAZARLE"

   Desde la ONG de hecho, llamaron a la Audiencia Nacional para saber qué es lo que había ocurrido. "Tampoco tiene que estar tan implicado cuando con una fianza de 10.000 euros puede quedar en la calle", opina al tiempo que ha confirmado que, de momento, "habrá que reemplazarle", pero prefiere no adelantar acontecimientos de cara al futuro.

   Chergui está casado y acaba de tener un hijo hace apenas unos meses. "Era un tío estupendo cuando empezó a trabajar aquí y se había vuelto muy introvertido, no hablaba mucho con nadie ni nada. Nos empezó a extrañar que se dejó la barba y estaba todo el día con el Corán, pero era su religión. Nos hemos quedado todos sorprendidos", relata.

   El otro caso es el de Abdeslam El Haddouti, lugarteniente del cabecilla del grupo Lahcen Ikasrrien, el ex preso en Guantánamo que fue detenido en Afganistán donde combatía con los talibán. Según las fuentes policiales consultadas, El Haddouti trabajaba desde hace años en la Casa de la Moneda a través de una contrata.

MUY PROFESIONALIZADOS

   El Haddouti, nacido en Tetuán (Marruecos) y de 35 años, era quien hacía la labor operativa de captar y reclutar posibles terroristas dispuestos a marcharse a los lugares de conflicto como el joven Chergui. El juez de la Audiencia Nacional decretó su ingreso en prisión el miércoles.

   El lunes faltó a su trabajo en La Casa de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre (FNMT), situada en la calle Jorge Juan de Madrid donde según los investigadores realizaba "un trabajo menor" que consistía en transporte interno en las oficinas.  Las fuentes consultadas advierten de que en el organismo hay distintos niveles de  acceso y a los talleres sólo pueden acceder los operarios que trabajan en ellos.

   Los agentes de la Comisaría General de Información de la Policía Nacional que se encargaron de la investigación llaman la atención sobre el nivel de experiencia y profesionalidad de está célula, más preparada que las anteriores desarticuladas en Ceuta y Melilla. De hecho otorgan especial importancia al hecho de que hubiesen logrado instalarse en Madrid.

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