El secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), José María Gil Tamayo, asegura que la Iglesia Católica "no vive de privilegios en España desde hace mucho tiempo", sino que eso es "un tópico que es mejor destruir".
En una entrevista con Efe, el portavoz de los obispos habla de la financiación de la Iglesia y en este sentido señala que el Estado sólo es un intermediario que le facilita lo que deciden los ciudadanos en su declaración de la renta.
Indica que la Iglesia sirve a la sociedad gracias a esta ayuda y aclara que, cuando se ve exenta de impuestos, "lo hace igual que otras fundaciones con la misma reglamentación".
"Luego el tópico del privilegio de la Iglesia, metiendo transparencia por nuestra parte de explicar el origen y destino de la financiación, es mejor destruirlo", insiste.
Pregunta: ¿Está usted preocupado por cómo ha quedado regulada la asignatura de Religión en la reforma educativa?
Respuesta: Estoy preocupado y disconforme. Creo que la nueva ley orgánica hace una declaración de intenciones y de reconocimiento del derecho de los padres a educar a sus hijos de acuerdo a confesiones religiosas, pero a la hora del diseño de los currículos queda marginada en una situación de inferioridad con respecto a la ley actual.
P: Ha habido una polémica sobre cómo denominar al templo principal de Córdoba, catedral o mezquita, ¿cree que algún día podría compartirse con los musulmanes para el culto?
R: El diálogo interreligioso tiene que ser desde el mantenimiento de la identidad. La identidad en los lugares sagrados es también preservar sus propios espacios. Quien ha contribuido a la conservación de la mezquita de Córdoba es el culto cristiano. La Iglesia no la ha utilizado exclusivamente, sino que la ha puesto a disposición del patrimonio cultural. Otra cosa es la cuestión del culto religioso, y es que es un espacio construido sobre una antigua basílica cristiana. Esto es una cuestión muy artificial y lo que enmascara es una reducción del espacio de la libertad religiosa en España.
P: Durante los últimos decenios se asentó en España una crisis de vocaciones, ¿a qué se debe?
R: A varios factores, entre ellos la secularización de la vida social. La crisis ha afectado al propio matrimonio, cantidad de ellos se destruyen por la libre voluntad de los esposos. Hay un miedo a los compromisos para siempre y esto hace difícil una vocación como el sacerdocio. A esto se une la disminución de hijos por familia y que, cuando un hijo hace una entrega total a Dios, no se vive esta opción de la misma forma que hace unas décadas, sino que encuentra un camino de dificultades.
P: ¿Cree que la mujer dentro de la Iglesia Católica pasará a ocupar funciones de mayor relevancia?
R: Sí en funciones de decisiones o puestos de responsabilidad, pero no va a ocupar el sacerdocio, porque éste no es un derecho que tenemos en la Iglesia, sino que es una función que se nos asigna y que desde el comienzo ha sido transmitida a los varones.
P: ¿Cómo trata la Conferencia Episcopal el caso de los curas casados en España?
R: La opción del sacerdocio es una opción de libertad, no se hace por dinero o estatus social, se hace por vocación. Estas personas han descubierto que los compromisos que adquirieron tenían que romperlos por otra opción, la Iglesia les ha dado libertad y han quedado dispensados de esto. También hay sacerdotes que lo dejaron y luego han pedido retornar. A ellos la Iglesia les mira con un enorme cariño y busca su integración en las comunidades cristianas.
P: Sobre el conflicto de Palestina e Israel, ¿no tendría que tener la Iglesia un papel más relevante como mediador?
R: El papel mediador lo hemos visto reflejado en el papa Francisco, el papel de la Iglesia es de liderazgo moral y eso es lo que ha hecho. El Papa ha querido encontrarse con el presidente de Israel, con el presidente de la autoridad palestina en el Vaticano y con el Patriarca Bartolomé I para pedir a Dios el don de la paz.
P: Un tema de los que más se ha hablado es el gesto del papa Francisco pidiendo perdón por los abusos a niños cometidos en el seno de la Iglesia, ¿es necesario dar un paso más y entregar a la Justicia aquellos pederastas de los que la Iglesia tiene conocimiento?
R: Ese es el camino que ha abierto el papa Benedicto XVI de manera muy decidida y con tolerancia cero. El camino de poner en marcha la justicia para todo sospechoso y al mismo tiempo atender a las víctimas. La Iglesia también establece mecanismos de prevención para que esto no vuelva a ocurrir.
P: En cuanto a la reforma de la Ley del Aborto que prepara el Gobierno, ¿confía en que el Ejecutivo no amplíe los supuestos para interrumpir el embarazo?
R: Confío en que no amplíe los supuestos, ya que toda ley del aborto es injusta y no se puede legitimar nunca la muerte de un inocente. No puede ser que el vientre de una madre, el lugar más sagrado por la naturaleza humana, se convierta en el lugar más inseguro. La víctima es la mujer, hay que ayudarla más. La manera de afrontar este drama es ayudar a la mujer con políticas de ayuda y de facilidad en el ámbito laboral para que el embarazo no sea una carga. La Iglesia no se olvida de la mujer.