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Miércoles 18/12/2024
 

Granada

"La Escuelita", 30 años ayudando a niños vulnerables a hacerse grandes

Nació tras la petición de dos madres con pocos recursos económicos y formativos para que se ayudara a sus hijos con los deberes del colegio

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  • Integrantes del Centro Socioeducativo Lestonnac. -

La petición de dos madres con pocos recursos económicos y formativos para que se ayudara a sus hijos con los deberes del colegio fue el germen hace ahora 30 años de "La Escuelita", un centro socioeducativo que ha permitido hacerse grandes a un millar de niños de un distrito castigado de Granada.

A raíz de la presencia en la barriada de La Paz de educadoras y trabajadoras sociales -religiosas de la Compañía de María-, se planteó allá por 1991 la necesidad de dar respuesta a la solicitud de unas progenitoras que, preocupadas por el futuro de sus hijos, no tenían la capacidad de echarles una mano con las tareas escolares.

Esa ayuda se canalizó primero atendiendo a niños en la propia comunidad, que pasarían luego a los locales de una parroquia y más adelante a una pequeña casa adquirida por la compañía y que fue cedida al proyecto.

Desde entonces el actual Centro Socioeducativo Lestonnac es conocido en la zona como "La Escuelita", un diminutivo con el que la gente del barrio se refiere de manera familiar y cariñosa a esta iniciativa que se ha hecho grande en su apoyo a lo largo de las tres últimas décadas a más de un millar de personas en situación de vulnerabilidad.

A través de distintos proyectos, este centro abierto está destinado a la intervención socioeducativa y al desarrollo comunitario sobre todo de menores, sus familias y mujeres en un entorno con necesidades de transformación social y que pretende salir adelante más allá de dificultades y prejuicios.

Su entusiasta coordinadora, Lucía Díaz, relata con orgullo a EFE cómo esta iniciativa "surgió de la gente para la gente" y hasta qué punto ha contribuido a mejorar las perspectivas de futuro de centenares de niños que, de lo contrario, habrían perpetuado trayectorias de vida completamente distintas.

"Las propias vecinas de barrio que no pueden dar a sus hijos la respuesta que les gustaría, que vienen de familias con escasez de recursos y formación, todavía con preocupantes niveles de analfabetismo, encuentran aquí la ayuda que necesitan", explica.

Por medio del refuerzo educativo, Lestonnac acompaña a los menores y trabaja de manera transversal en valores, habilidades, ocio y tiempo libre saludable, disciplinas artísticas, salidas culturales y recreativas para procurar su desarrollo integral y potenciar sus capacidades.

De esta forma, el centro va mucho más allá de las tareas escolares fuera del horario lectivo, busca un crecimiento en una dimensión personal y profesional para construir y favorecer respeto y, sobre todo, que quienes necesitan ayuda crean en su dignidad y en el derecho a elegir libremente un futuro en igualdad de condiciones.

"Educadoras, menores, familias, voluntarios... trabajamos para transformar una realidad estigmatizada", indica Díaz, consciente de que los retos que afrontan y las barreras que deben derribar son grandes, que su labor consiste demasiadas veces en "remar a contracorriente".

A pesar de las dificultades, a lo largo de estos treinta años han comprobado en el día a día que todo esfuerzo y dedicación tiene su recompensa y que la transformación y la mejora es palpable y real. De hecho, tiene nombres y apellidos.

Muchos de los usuarios, que pueden ir desde los 5 a los 20 años, han logrado superar con éxito el período de estudios obligatorio y han llegado a la universidad, como ocurre con Carmen, una vecina que empezó siendo "una niña de La Escuelita", que está terminando Magisterio y que es ya miembro del equipo socioeducativo.

Aunque Yassmin Bougrine lleva menos tiempo en el centro su avance es igualmente notable: "Necesitaba un sitio para estudiar y me ofrecieron una sala. La mayoría tenemos problemas económicos, vivimos en sitios donde se corta mucho la luz. Aquí te echan una mano, te animan, te estimulan", comenta ilusionada.

Ella, como muchos otros "héroes de barrio", es el ejemplo de que el cambio es posible: "Este centro nos ayuda a progresar, a romper prejuicios y etiquetas que se tiene de la zona Norte, que es mucho más que cultivo de marihuana", concluye. 

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