El descenso del Granada CF a LaLiga SmartBank, certificado este domingo tras empatar ante el Espanyol (0-0) y ganar sus partidos Cádiz y Mallorca, se puede catalogar como inesperado por muchos motivos, tantos como culpables tiene un fracaso mayúsculo gestado desde fuera del terreno de juego.
“El futuro del Granada dependerá de lo que la propiedad quiera que sea el club”, dijo Diego Martínez en el verano de 2020, justo tras clasificar al equipo por primera vez en su historia para disputar competición europea, uno de los mayores logros de un espectacular trienio en lo deportivo que ha quedado hecho añicos en una sola campaña.
Las palabras del idolatrado técnico vigués retumban en las últimas horas más que nunca en las cabezas de los aficionados del Granada, que miran mucho más al palco que al verde a la hora de repartir culpas por un descenso que resulta sorprendente si se recuerda el pasado más reciente, pero no tan sorpresivo si se analiza el rumbo de la entidad y del equipo desde el último verano a ahora.
Tras un ascenso a Primera, brillar dos campañas seguidas en la Copa del Rey y LaLiga Santander, meter al equipo en Europa y alcanzar las semifinales de la Liga Europa, la no continuidad de Diego Martínez, al que no fue capaz de ofrecer el club para que siguiera un proyecto ambicioso y con capacidad de crecimiento, empezó a dibujar un nuevo Granada en el que todo ha ido de mal en peor.
Tomaron la puerta de salida junto a él, en este caso porque así lo decidió la propiedad, el director general (Antonio Fernández Monterrubio) y el deportivo (Fran Sánchez) y comenzaron los problemas para el club a nivel deportivo, aunque nadie podía imaginar ni el peor de sus sueños un descalabro de tal magnitud como el que se ha producido.
Con un propietario (el chino Rentao Yi) que no ha pisado Granada ni una vez, una ejecutiva con mando en plaza (Sophia Yang) que ha errado en casi todas sus decisiones, una directora general (Patricia Rodríguez) que nunca ha convencido y un director deportivo (Pep Boada) inexperto en la élite, el equipo fue desde el principio del curso antagonismo puro del que era, con el técnico escogido, Robert Moreno, incapaz de hacer rendir a los jugadores pese a hablar a su llegada de aspirar a consolidarse en Europa.
Fue tardío el despido de Moreno, entre otras cosas porque tuvo el Granada buenas rachas de resultados que le dieron colchón de puntos sobre el descenso, y también el relevo escogido, un Rubén Torrecilla procedente del filial y casi sin experiencia en los banquillos, ninguna en la élite, con el que la mejoría no llegó.
Sí que hubo un paso adelante con la incorporación de Aitor Karanka, que se estrenó con el equipo ya en la zona roja de la clasificación, y que no ha podido evitar el descenso de un Granada cogido con alfileres en los partidos más decisivos por las muchas bajas arrastradas y por el deficiente estado físico que arrastraba la plantilla.
Con todo, nadie esperaba el descenso porque el equipo había mejorado bastante con Karanka, porque el 2-6 de hace unas jornadas en Mallorca fue un paso bestial hacia la permanencia, porque de todas las plantillas de los equipos de abajo la del Granada destacaba por su calidad y porque, además, el cuadro rojiblanco llegó a la jornada final con más opciones de salvarse que Cádiz y Mallorca.
Pero no fue suficiente ni depender de sí mismo, ni actuar en casa, ni hacerlo ante un Espanyol que no se jugaba nada en el choque, ya que la maldición del Nuevo Los Cármenes en la segunda vuelta volvió a aparecer para mandar al equipo a Segunda.
Una sola victoria como local en la segunda parte del campeonato, con partidos ante todos los equipos de la parte baja de la tabla, es la losa que ha hundido del todo al Granada, que ha demostrado que la plantilla, siguiendo el camino marcado por todos los de su alrededor que han fallado, tampoco ha estado a la altura de los acontecimientos.
Entre todos hicieron añicos en sólo unos meses el legado deportivo del Granada de Diego Martínez y el equipo se va a Segunda entre lágrimas de una afición que ha sido, con diferencia, lo mejor del curso, con un comportamiento ejemplar y un apoyo continuo y más masivo que nunca cuando peor han ido las cosas.
La propiedad del Granada ya ha prometido trabajar para regresar lo antes posible a la élite, con un largo verano por delante en el que se prevén muchos cambios tanto a nivel deportivo como en el organigrama del club tras un descenso tan inesperado como merecido por lo que mal que han hecho las cosas dirigentes, técnicos y jugadores en los últimos meses.
Granada
Un descenso inesperado con muchos culpables
Se puede catalogar como inesperado por muchos motivos, tantos como culpables tiene un fracaso mayúsculo gestado desde fuera del terreno de juego
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