La vida va en serio, escribió el poeta Jaime Gil de Biedma, muy asediado ya por la enfermedad. El PSOE afronta este fin de semana en Sevilla un Congreso importantísimo, que va en serio. No solo por los desmayos emocionales de los ‘juanistas’ (seguidores de Juan Espadas o de Juan Lobato), ante el incierto futuro de estos líderes regionales, ni siquiera por el devenir de Santos Cerdán, el hombre encargado de las laberínticas negociaciones con los independentistas, al que la Fiscalía Anticorrupción ha ubicado en la mirilla debido a las acusaciones por corrupción del conseguidor Víctor de Aldama, sino, sobre todo porque, como ha escrito Ángel Munárriz en ‘El País’, “el 41 Congreso viene marcado por un contexto nacional e internacional de extrema dificultad para la socialdemocracia”. La izquierda, sí, se difumina ante el imparable avance de la derecha y, sobre todo, de la extrema derecha. Los neonazis medran a la sombra de Trump, se leía en un periódico. El PSOE se ha quedado como único referente socialdemócrata de un país de peso en Europa, ante la casi segura caída electoral del alemán Olaf Scholz, y el anterior derrumbe en Portugal de Antonio Costa, después de una turbia riada política con más acusaciones que pruebas.
El PSOE accedió al Gobierno en 2018 con un libro de estilo basado en la limpieza política y la lucha contra la corrupción. Pero entre Koldo y Ábalos han devuelto al partido a los tiempos cerveceros y mujeriegos de Luis Roldán. Sobre el PSOE y Pedro Sánchez, naturalmente, se ha proyectado la sombra de la sospecha en el momento más inoportuno: cuando se necesitan gobiernos democráticos y progresistas fuertes ante inquietantes amenazas mundiales. La pasada semana, una de las más delicadas de la legislatura, los socialistas lograron salvar dos cuestiones que les llegaban envenenadas: el bloqueo del nombramiento como vicepresidenta europea de Teresa Ribera y la luz verde al pacto fiscal. Pero simultáneamente irrumpieron los señalamientos de Aldama ante el juez. Eduardo Madina, un extraordinario socialista tristemente desaprovechado por su partido, lo ha dicho: “Como militante socialista no me preocupan las afirmaciones de Aldama, pero como hombre me preocupa haber creído a Bárcenas”.
El Congreso va en serio. Por el contexto. Por los futuros caminos políticos a trazar. Putin. Netanyahu. Y un tiempo amargamente convulso que parece dar la razón a Schopenhauer cuando expresó su convencimiento de que los humanos no venimos del mono, sino que vamos hacia el mono.
