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Lunes 18/11/2024
 
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Jaén

“No hay un trastorno psicopatológico en el agresor”

Así lo reconocen el psicólogo forense, José Carlos Ríos, y el médico forense, Alberto Molina, de la Unidad de Valoración Integral de la Violencia Género de Jaén

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  • Alberto Molina y José Carlos Ríos, médico y psicólogo forenses de la UVIG de Jaén. -

Una de las realidades que se encuentran los profesionales de la Unidad de Valoración Integral de la Violencia Género de Jaén (UVIG) es que la relación de afectividad de la víctima es de “total dependencia emocional hacia su pareja” y que “la mujer normaliza, minimiza y justifica la violencia que vive con esa persona, siendo en el momento de la ruptura y cuando sienten la amenaza del hombre sobre sus hijos, cuando actúan”.

Así lo reconocen el psicólogo forense, José Carlos Ríos, y el médico forense, Alberto Molina, de la UVIG de Jaén, dependiente de la delegación territorial de Justicia,  con consulta integrada en el Juzgado de Violencia Sobre la Mujer, en la que realizan un examen pericial inmediato  de la víctima y del agresor con el que concretan la afectación de la víctima y los indicadores de riesgo en el denunciado, con el que la magistrada adopta las medidas de protección.

“Nos encontramos mujeres dañadas porque han sufrido la violencia psicológica durante años, con una autoestima mermada, con una aceptación emocional que somatizan y que les provoca un desgaste en su salud. Hay mujeres que no se sienten víctimas porque no han sido agredidas físicamente”, dicen. Confirman que “la violencia psicológica es la más frecuente”, en el aspecto emocional y en el relacionado con el control y el dominio del hombre sobre la mujer.

“Es difícil demostrar la violencia de género en el contexto judicial cuando una mujer vive una relación de pareja en la que no ha denunciado y no hay parte de lesiones”, dicen, señalando que desde la UVIG se da una “buena prueba en la pericia” para que la magistrada aprecie “la realidad de la pareja, esa afectación que no es palpable o tangible”.

La exploración conlleva una entrevista y exploración médica-psicológicas y unas pruebas psicométricas, realizadas de forma conjunta por el psicólogo y el médico forenses.

En el caso del agresor, reconocen que colabora en el proceso, a pesar de llegar “alterado y con un comportamiento hostil por haber sido detenido o haber estado en el calabozo”.

Señalan que “intenta dar una imagen favorable de sí mismo, de persona adaptada a nivel social e intentan simular, especialmente en los casos de mayor agresividad, un trastorno psicopatológico”. Sin embargo, concluyen que “no hay un trastorno psicopatológico en los agresores”.

Dicen: “No tienen un trastorno de personalidad, sí rasgos de personas narcisistas o histriónicas. Son hombres que tienen un modelo socio-cultural basado en la cultura patriarcal y machista y justifican la violencia a la mujer en esos casos. Muchos de los agresores son hijos de madres maltratadas. Hay una transmisión intergeneracional de esa forma de vida violenta”, terminan.

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