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Los Mejillones Tigre en Madrid

Crónica del concierto de la banda jiennense en Madrid

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  • Los Mejillones Tigre -

Últimamente no tenemos muchos motivos para entonar un aleluya. Esta expresión de júbilo parece muy bíblica pero no lo es tanto porque solo se encuentra 24 veces en todo el Antiguo Testamento y todas ellas en el libro de los Salmos. Peor aún sucede en el Nuevo Testamento donde "aleluya" no se pronuncia en ninguno de los milagros narrados ni tampoco en la resurrección de Jesús. Allí sólo aparece 4 veces y las cuatro, curiosamente, en el Apocalipsis. Sí, ese libro sobre el fin del mundo que nadie entiende y que, además, es el origen de las pelis de zombies por aquello de que los muertos vuelven a la vida. No obstante, ya que estamos desmontando tópicos, tampoco se dice eso en el último libro de la Biblia. Lo más parecido que expresa su autor San Juan Evangelista es que "el mar devolverá a los muertos" y si tenemos en cuenta que, cuando lo escribió, estaba desterrado en la isla de Patmos que era toda ella una cárcel romana, creo que, mirando aquel horizonte lleno de penurias, el apóstol se podía referir a muchas otras cosas.

De lo que sí hay pruebas contrastadas es de que "Apocalipsis Zombie" es una de las divertidas canciones que sonaron durante el concierto de Los Mejillones Tigre en el centro cultural "El pozo del tío Raimundo" de Vallecas en Madrid el 11 de septiembre. Una fecha que, hace 20 años, fue bastante apocalíptica por los demoníacos atentados pero que el pasado sábado, en cambio, estuvo llena de ritmo y diversión. Que ya era hora de, simplemente, pasarlo bien, de dejarse llevar por unos gamberros que, con chulería, buen rollo y mucho arte, despertaban nuestro adormecido espíritu y nos hacían disfrutar a tope de su original y heterogénea mezcla de estilos, imponentemente interpretados, como la cumbia, la psicodelia, el boogaloo o el rock. Que ya era hora de reír, cantar y estar solo expectante a la próxima sorpresa musical siempre aderezada con ese humor absurdo y ácido que te vuelve del revés. Por eso, bíblica o no, tras el concierto lo único que se me ocurrió decir fue: ¡aleluya!

Los Mejillones Tigre nos ponían en alerta de lo que iba a ocurrir cuando, antes de salir al escenario, sonaba una introducción que era "tropical y salvaje" igual que el nombre de su último álbum. Una vez subidos a las tablas, no se podía empezar mejor que con su último single "Ayahuasca". El líder de la banda Iñaki Blázquez nos encandiló durante todo el espectáculo con su atractiva voz mientras hacía sonar su güiro y fue el que destacó al principio con la psicodélica "Yo soy el vampiro" o la más rockera "Ella no quiere bailar". Sin embargo, después, Fiti Esteban nos mostraba su talento con un espectacular solo de guitarra en el boogaloo de "Voodoo". La cumbia muchas veces dominaba y se demostró con "La avioneta" antes de que Los Mejillones Tigre nos regalaran un sarcástico tema inédito llamado "Technicolor" que me recordó a ese primer pop español de finales de los sesenta en grupos como "Los gritos". Entonces, Javi Pantera que sustituía al percusionista habitual Ramón Rodríguez Reca y que brilló con los bongos, las maracas, la pandereta y sus locos bailes, nos hizo llorar de risa con un disparatado y enternecedor monólogo que daba paso a la siguiente canción y nos convencía de que "Satán es amor". Dani Garvín no paraba de confeccionar buenas melodías de guitarra como en "La cumbia de Pascual" y el show fue "in crescendo" gracias a la imprescindible base rítmica de Josete Cruz al bajo y Luisma Galán a la batería con temas como "Ayayayé", el mencionado "Apocalipsis zombie", "El gato negro" o el ocurrente "Encuentros misticoeróticos con Sheela". Cerca del final nos agasajaban con otra obra nueva muy fiel a su estilo llamada "Dale Candela" y, como gran colofón, la fiesta evolucionó a desmadre por culpa de "La danza del pacharán". Un himno tribal que fue cantado por todos los asistentes que llenaron la sala. 

En definitiva, estrictamente por razones de salud, os aconsejo que vayáis a los conciertos de Los Mejillones Tigre pues no hay nada más beneficioso y curativo que la risa y la buena música. Sí, ya es hora de alimentar a nuestra alma porque, la verdad, últimamente no tenemos muchos motivos para entonar un aleluya. 

    

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