A finales de septiembre la alcaldesa de Jerez, Mamen Sánchez, anunciaba que una constructora había contactado con el Ayuntamiento porque estaba interesada en construir pisos en la antigua sede de Cartonajes Tempul, el inmenso edificio del grupo Jerez Industrial SA (JISA) situado en las calles Taxdirt y Marqués de Cádiz, que llegó a emplear a más de un millar de personas en el sector de las artes gráficas entre los años 60 y 80. Su declive empezó en los noventa. A finales de esa década echó el cierre. Desde entonces, este inmueble en ruinas ha traído dolores de cabeza tanto al Ayuntamiento como a los vecinos de la zona -más a estos últimos-, que han denunciado por activa y por pasiva los problemas inseguridad e insalubridad con los que se ven obligados a convivir a diario por culpa de un edificio en ruinas que se ha convertido en un “chutadero en toda regla”, al ser uno de los punto favoritos de reunión de okupas, yonquis e incluso de adolescentes.
Allí no ha ocurrido una desgracia porque Dios no lo ha querido. Se han llevado todo lo que se tenían que llevar"“Allí es como si estuvieras metido en Siria”, cuenta un chico que acaba de salir y que dice entrar con frecuencia con sus amigos. Y es que hasta dar un paso y hacerse hueco entre los restos de cristales y residuos se hace complicado. Es como si lo hubieran bombardeado. Los vecinos no saben cómo no ha ocurrido una desgracia, pues el expolio de todo tipo de materiales de construcción, inclusive las vigas que dan estabilidad ha sido tal, que temen que cualquier día el techo se venga abajo con alguien dentro. Tanto a ellos, como a la Policía y a los bomberos, que han tenido que intervenir en numerosas ocasiones, les consta todo lo que se mueve allí, aunque no puedan entrar.
¿Está el fin de esta pesadilla más cerca? Los residentes no quieren hacerse ilusiones, aunque les consta que el Gobierno local está en negociaciones. “La propia alcaldesa nos ha reconocido que este edificio es un dolor de cabeza para ellos también, pero están atados de pies y manos porque al no ser la propiedad, ellos no pueden hacer nada, ni la Policía tampoco puede entrar. Nosotros estamos locos porque lo tiren y arreglen esto y que se haga pisos o un supermercado, que también se ha hablado de eso, pero que lo caigan de una vez”, señala una residente a este periódico.
Prefiere no dar su identidad porque ni a ella ni al resto de vecinos les gusta el ambiente que se mueve dentro de la antigua sede de Cartonajes. La peor parte, no obstante, se las llevan los inquilinos de las casas de la calle Marqués de Cádiz, situada a la espalda del edificio y a cuyos patios caen restos de uralita (con el riesgo que supone una exposición prolongada a este material para padecer enfermedades respiratorias crónicas, así como cáncer de pulmón) cristales, y trozos de material cada vez que hace viento. Otras veces los vándalos se suben arriba y empiezan a lanzar piedras que caen en estas casas “Echa fotos ahí, que se sepa lo que hay dentro”, comenta un señor al autor de las imágenes que acompañan a este reportaje, sin esconder su indignación.
“Hace dos semanas estaban haciendo una barbacoa y vino la Policía; es que tienen hasta luz, y seguro que la han enganchado de la de las farolas de la calle. Estos días están o con la luz muy baja o apagadas; cualquier día se va a quedar alguien pegado”, se queja otra vecina. No importa que el edificio esté cerrado a cal y canto, se buscan las mañas para meterse dentro.
“Ahora han hecho un boquete en medio de una alambrada y entran por ahí; hay que tener cuidado para no quedarte enganchado, pero dentro es todo como una película de miedo”, comenta un joven que también conoce las entrañas del edificio que fuera signo de esplendor y riqueza en los años setenta. “A mí una vez una mujer me sacó un cuchillo, ahí dentro hay mucho yonqui, y el techo de uralita que va cayendo es como si fuera una cuchilla”, relata.
“La ley en estas cosas tendría que dar un paso adelante. Todo lo que se podían llevar a de allí se lo han llevado, y todo lo que había de vas también, lo que no sé es cómo este edificio no se ha caído ya; aquí no ha pasado una desgracia antes porque Dios no lo ha querido, sin contar con las ratas y la cantidad de mierda que se concentran en la zona, porque pases a la hora que pases, siempre hay gente metida, y los jueves la música está puesta a toda pastilla”, cuenta otra mujer que vive al final de la calle.
Estos últimos años ha habido denuncias de Ecologistas en Acción, del propio Ayuntamiento de Jerez a la propiedad reclamándole que actúe en las naves abandonadas. ¿Fructificarán las negociaciones? Los vecinos prefieren ser optimistas y tampoco le echan toda la culpa al Ayuntamiento. “No es que no se preocupen, están encima, la Policía da vuelta sin que se les llame, pero es que no pueden entrar. Ahora estamos un poco más contentos porque sabemos que se está negociando, lo que queremos es que salga adelante”.