En las postrimerías del XXVII Festival de Jerez, el certamen no deja de ofrecer una programación variada y, donde como es habitual, el baile suele ser el principal protagonista. En el Teatro Villamarta, Patricia Guerrero desplegará su particular imaginario en Deliranza, mientras que María Moreno explorará los límites de la soleá en O../O../.O/O./O. y la jerezana María del Mar Moreno estrenará Bailahora, al igual que David Coria (Los bailes robados) pero éste ya en el escenario de los Museos de la Atalaya.
En este mismo espacio, Leonor Leal y Antonio Moreno abordarán su particular propuesta que lleva por título En talleres. Y habrá que trasladarse hasta la Sala Compañía para ver de lo qué es capaz el bailaor malagueño Rafael Ramírez con su Entorno.
“Deliranza me ha permitido afrontar nuevos retos coreográficos, transitar por mundo escénicos y sonoros inexplorados”, afirmó Patricia Guerrero. El espectáculo se presenta como una revisión del cuento de Alicia en el país de las maravillas a través de las obras y personajes que han inspirado a la bailaora granadina como La belleza de William Wordsworth, La duración de Peter Handke o La intuición de Bergson o Margritte. Todos ellos, según Guerrero, “han sido el motor generador de una pieza llena de surrealismo, ritmo y belleza”.
La artista se sirve de un trasfondo ensoñador para descubrir nuevas perspectivas y dimensiones en su baile a través de personajes como la mujer de los mil vestidos, los dos primos o el truhán del tiempo. Una serie de historias dentro de un imaginario dominado por un fuerte surrealismo que envuelve a la danza más allá del tiempo y el espacio.
“Es una ensoñación en la que caigo como creadora”, apuntó, puesto que en esta obra también se aborda los conflictos y alegrías inherentes al proceso creativo, evocando esas extenuantes jornadas de ensayo que, cuando finalizan, dan paso a un imágenes y sensaciones de un mundo surrealista que se plasma en unas coreografías en las que, sin dejar de ser flamencas, se recogen elementos de la danza contemporánea.
En esta Deliranza (9 de marzo) Patricia Guerrero ha contado con la dirección escénica de Juan Dolores Caballero ‘El Chino’ y, a su baile, se suma el de Eduardo Leal, Maise Márquez, Gloria del Rosario, Ana Pérez, Hugo Sánchez, Ángel Fariña y Fernando Jiménez. La guitarra de Dani de Morón lidera una banda sonora integrada por Óscar A. Rifbjerg (teclados), Agustín Diassera (percusiones) y el cante de Sergio El Colorao y Amparo Lagares.
El mayor reto
“Es el mayor reto de mi carrera profesional”, afirmó María Moreno sobre su O../O../.O/O./O. (soleá), que pondrá en escena en el Teatro Villamarta el 10 de marzo. Un espectáculo que surgió después de que a la gaditana le concedieran un Giraldillo en la Bienal por la brillantez de su baile por soleá. Fue entonces cuando se paró a pensar en cuántos universos posibles ofrece este palo flamenco y decidió experimentar.
Buscando un símil gastronómico, para ella, la soleá es como el buen jamón, “un plato que siempre apetece”. Y ese “plato” suculento le ha servido para dar un paso más en su carrera en esa búsqueda de explorar los límites de este palo. Partiendo de la estructura tradicional de la soleá, cada bloque de este montaje propone una vuelta de tuerca a los parámetros que la definen ahondando en conceptos como la dictadura del ritmo, la libertad tonal y el cromatismo o el doble uso de la voz. Conceptos que, además, se ponen en relación con otros como la percepción del espacio y el tiempo a través de determinados instrumentos.
A pesar de abordar un solo palo en este espectáculo, María Moreno ha llegado a la conclusión de que “la soleá tiene muchos micromundos” en los que detenerse, pues los tonos de la guitarra pueden conducir a diferentes planteamientos y lo mismo ocurre con las letras. Llegó un momento en que la artista cerró su búsqueda, pues de lo contrario no iba a darle forma definitiva al espectáculo.
Para solventar las dificultades de este proceso ha buscado la alianza de Pablo Martín Caminero en la dirección musical y la dirección de escena de Rafael R. Villalobos. Su baile tendrá el acompañamiento de la guitarra de Eduardo Trassierra, la percusión de Manu Masaedo, el cante de Ángeles Toledano y la zanfoña de Raúl Cantizano.
“Nada que demostrar”
La clausura del certamen en esta 27 edición quedará en manos de María del Mar Moreno que el 11 de marzo estrena Bailahora. La tradición hecha vanguardia. “Nada que demostrar y todo por bailar, por gozar”, indicó la bailaora jerezana que, a su juicio, cuenta “con la mejor compañía”. A los habituales de su equipo artístico -el cantaor Antonio Malena y el guitarrita Santiago Moreno-, la artista suma la contrastada calidad del cantaor David Lagos, el guitarrista Alfredo Lagos y “un invitado querido y admirado”, el bailaor Andrés Marín, al que definió como “un creador sin límites”.
Tras 22 años con compañía propia, María del Mar Moreno regresa al Teatro Villamarta con un montaje que conserva la característica principal de su estética dancística. Una estética que no es otra que bailar flamenco, “el arte que me acompaña desde siempre”. Ese flamenco que la lleva a “olvidarse de uno mismo para poder sentir la verdad y la libertad que hay en un cante, en un compás”.
Después de 40 años sobre los escenarios y haber hilvanado espectáculos en los que, en un intento de ir más allá, ha buscado la complicidad dramatúrgica de gente del teatro, María del Mar Moreno dijo estar cansada “de buscar los porqués de lo que hago” y confesó que, en parte, eso forma “parte del ego del artista, como si el flamenco no bastara”. Definió Bailahora como “una fiesta jonda, muy natural”. “Es un flamenco sin concepto” que deja resquicios para la improvisación.
Previamente, en los Museos de la Atalaya, David Coria presentará una nueva versión de Los bailes robados, un proyecto no delimitado aún y que está en continua progresión. Será el viernes 10 de marzo, dentro del ciclo Muy Personal, donde al baile de Coria se sumará el de Florencia Oz, Rafael Ramírez, Marta Gálvez, con David Lagos al cante. Un espectáculo que permite la improvisación entre músicos y bailarines en torno a un concepto base. Como “un lugar de encuentro, de reunión, de lucha y reivindicación”, definió Coria esta propuesta.
El Festival de Jerez será la tercera parada escénica de un montaje aún en construcción y, en cada una de ellas, el resultado no ha sido el mismo, pues todo quedará definido en julio cuando se estrene como espectáculo acabado en el Festival Internacional de Danza Itálica.
Los bailes robados tienen como base histórica las epidemias de baile que, a lo largo de los siglos, han tenido lugar. Y, concretamente, pone el foco de atención en una documentada en 1518. “Una epidemia de baile con un efecto tan contagioso donde incluso murió gente”. Sin embargo, Coria evita el carácter macabro de esta realidad y apuesta por la vertiente romántica de este hecho insólito. “Un imaginario muy bonito”, señaló.
También estará en los Museos de la Atalaya la bailaora Leonor Leal y el percusionista Antonio Moreno. Ambos artistas inundan el escenario de cachivaches, instrumentos y utensilios extraños para crear un espacio “de lo posible” que denominan En talleres. Una especie de trastienda escénica abierta al público para acompañar la evolución de los protagonistas.
Dar vida a lo inanimado
“Se trata de hacer vivir lo inanimado, inyectándole energía y carácter musical y escenográfico”, afirmó la bailaora jerezana. En definitiva, “descubrir la utilidad sonora de una serie de materiales que, en cualquier otro contexto, no servirían para nada”, añadió. Esos cachivaches y utensilios se transforman en instrumentos para acompañar su baile. Es, a través de la danza, donde adquieren otro significado, casi metafórico, donde los palos flamencos parecen sonar diferentes y el baile de Leonor Leal también parece otro. Pese a que Antonio Moreno no es un percusionista que proviene del flamenco, la bailaora dejó claro que “su formación me aporta mucho y me lleva a otros caminos”.
Ya, en Sala Compañía y mañana jueves 9 de marzo, el bailaor malagueño Rafael Estévez acude al certamen con su primer montaje en solitario, tras su amplio bagaje artístico en diferentes compañías. Entorno es su visión de “cómo nos moldea la sociedad, cómo nos adaptamos según el entorno”. A Jerez llega tras un proceso de investigación “largo” se pone en distintas situaciones y, en función de ellas, su baile adopta formas cambiantes.
A su juicio, Entorno se vale de “una puesta en escena sencilla”, puesto que el grupo artístico que lo acompaña se integra en lo escénico e interrelaciona con el bailaor. Granaína, taranto, pregones o caña son algunos de los palos flamencos que contienen este Entorno, con el cante de Jesús Corbacho y Miguel Ortega, la guitarra de Juan Campallo y la percusión y batería de Daniel Suárez.