El complicado debate sobre la justicia restaurativa centra la película francesa "Las dos caras de la justicia", que llega este viernes a los cines españoles y que su directora, la francesa Jeanne Herry, define como una "reivindicación del diálogo" entre criminal y víctima frente a la "polarización".
"Creo que hay una falta de imaginación tanto en los agresores sobre lo que significan sus crímenes como para imaginarnos lo que significa estar en la cárcel", señala Herry en una entrevista con EFE, que refleja tanto casos de robos con violencia como una agresión sexual.
El tema y argumentos del filme surgen como respuesta a "la polarización que se da en nuestros tiempos en las redes y en todas partes", algo que disgusta profundamente a la directora porque "parece que hay una incapacidad para el debate, que la gente no puede escuchar, que los puntos de vista tienen que ser irreconciliables", remarca.
Para recrear estos encuentros, la directora se ha sometido a un largo proceso de documentación sobre la práctica, puesta en marcha en Francia en 2014. Ha querido pegarse a "la realidad, a los hechos, a los protocolos que se tienen a lo largo de la narración" y ha sido "muy fiel a la claridad de las acusaciones, a la intensidad y a esas relaciones humanas que se entretejen de manera muy rápida", subraya.
"Son relaciones que se forman rápido porque se hacen en cinco semanas, que parecen poco pero son quince horas con personas hablándose", explica. "Después de analizar el proceso vi que son relaciones que se tejen con pequeños acontecimientos y con grandes momentos", añade.
Esta llamada al entendimiento ha cosechado éxito en Francia, donde ha superado al millón de espectadores tras su estreno a finales de marzo; triunfo que Herry achaca al boca a boca que primero animó a "los adultos de entre cuarenta y sesenta años" tras los que fueron sus hijos, convirtiéndolo en un éxito también entre el público adolescente que regresó a las salas con sus padres.
A ello se suma la actuación de un elenco coral conformado por actrices reconocidas entre la juventud como Adèle Exarchopoulos o Leïla Bekhti, a las que acompañan otros intérpretes como Élodie Bouchez, Birane Ba y Dali Benssalah.
Para la directora, este éxito de taquilla resulta tan emocionante como inesperado, ya que, a pesar de que la película "no está calibrada para un público en concreto", reconoce que "no es una película pensada para que sea un gran éxito, puesto que el dispositivo es muy austero, consiste en un grupo de personas hablando alrededor de un palo".
No obstante, la autora sostiene que este cruce diálogos sobre temas morales que "tocan a todo el mundo", han ayudado a que "la gente se interese más por la justicia restaurativa, que no se conoce mucho en Francia" a la vez que "ha dado ganas de hablar escuchándose los unos a los otros y ha tejido relaciones, porque la gente ha llorado mucho viendo la película y, cuando lloran juntos, se aproximan".