"Perdona, ¿puedo pasar para llegar al parking de la calle Larga?”, preguntaba este sábado sobre las dos y media de la tarde una conductora a un agente de la Policía Local que regulaba la entrada de vehículos en la Alameda Cristina. Dos vallas amarillas y varios carteles previos informaban del dispositivo especial de tráfico para impedir que el centro colapse. Es uno de los retos de este año. Era el segundo día y el más fuerte hasta ahora de la recién iniciada temporada de zambombas con casi una veintena programadas - principalmente en el centro- y solo se permitía el paso de vehículos a servicios públicos, residentes, acceso para el parking (si no están completos) y PMR. El policía le daba la opción de entrar en el de la Plaza del Mamelón, que aún tenía plazas libres. Pero preferían intentarlo en el de la calle Larga. “Si no hay sitio, vuelvan para El Mamelón”, le insistía, dado que los efectivos también tienen orden de evitar colas de turismos a las puertas de los aparcamientos subterráneos.
“Va todo bien, preguntan sobre todo la gente de fuera”, explica el agente a VIVA JEREZ, aunque reconoce que también hay algún que otro despistado. “Lo mejor estos días es venir andando y dar un paseo”, aconseja mientras una pareja de recién casados se para en su Camper roja. Tres autobuses de sus invitados han estado aparcados en el carril derecho durante la ceremonia religiosa. El problema es que se trata de uno de los dobles trazados de entrada habilitados vía conos -que más de uno se llevó por delante- para evitar atascos.
“Les hemos dicho que no pueden estar más tiempo ahí, pero ya se van”. Efectivamente, a lo lejos empezaban a venir los invitados en una jornada multitudinaria de zambombas, pero también de enlaces matrimoniales, alguno más mediático que otro. Es el caso del torero sevillano Juan Ortega, que se casaba al mediodía en la Iglesia de Santiago con su prometida, una cardióloga jerezana hija de una conocida familia, y que no se presentó, dando plantón a su prometida y más de 500 invitados. Igual alguno de ellos trató de arreglar la jornada yéndose de zambombas. ¿Por qué no?
Pero no nos desviemos. El primer día grande de zambombas de esta Navidad en diciembre cumplió las previsiones y abarrotó el centro de Jerez desde el mediodía. Mientras algunas reuniones de amigos y familiares aprovechaban para irse de ruta de zambombas tras el tradicional almuerzo navideño, otros acudían directamente a estas celebraciones, aprovechando sus precios populares y el buen tiempo que hacía ayer. Bajaron las temperaturas pero lucía el sol y eso también se notaba.
Un año más se repitieron las estampas ya tradicionales de la puerta de la Iglesia de San Miguel llena de personas y familias al completo de varias generaciones celebrando la llegada de la Navidad, fieles a la zambomba de la Hermandad del Crucifijo en uno de los rincones más emblemáticos de esta tierra. El ambiente tampoco podía ser mejor en la calle Empedrada, con la zambomba de La Yedra, mientras en la plaza de Las Angustias no faltó tampoco el coro de jerezanos y visitantes congregados para cantar villancicos, al igual que en Fernández Gao, con la hermandad de la Coronación. Y en el patio de San Juan de Letrán, ...y frente a La Victoria. Todo lo que contemos se queda corto. Hay que vivirlo. Tampoco faltaron, por supuesto, las candelas. Ni los buñuelos.
Este año las zambombas de Jerez también estrenan aseos portátiles. Son más de 40 instalados, pero a juzgar por la cantidad de público reunido, también se van a quedar pequeños. “Venimos de la de San Miguel y allí solo había dos baños, nos hemos tenido que ir a un bar”, señalaban dos jóvenes. Y llegamos a dos retos pesados: que el centro no se convierta en un botellón y que las calles no se utilicen como aseos. Al cierre de esta edición, el ambiente seguía sin decaer a las puertas de un puente que tiene todos los ingredientes para que la ciudad se convierta en la capital de la Navidad con el permiso del tiempo. Por ahora solo hay que preocuparse del viernes, pero a una semana vista las predicciones pueden cambiar.