Las excavaciones realizadas en el Cerro del Villar de Málaga, el yacimiento fenicio mejor conservado del extremo occidente del Mediterráneo, han permitido el hallazgo de piezas de cerámica fenicia, griega y etrusca datadas hace 2.700 años.
Los trabajos dejan ver muros de grandes dimensiones a diferentes alturas y niveles, organizados de forma descendente, hacia los límites de la isla que existía en el antiguo delta conformado por el río Guadalhorce, y que evidencian un entramado urbano con una organización espacial aterrazada, ha informado este lunes la Universidad de Málaga, que ha liderado la investigación.
“No nos esperábamos que las primeras estructuras fenicias estuvieran tan accesibles y superficiales, a solo 40 o 50 centímetros del nivel del suelo”, ha señalado el investigador del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Málaga José Suárez, que ha dirigido las excavaciones.
Los análisis previos de prospecciones geoarqueológicas, geofísicas y geomagnéticas ya mostraron este yacimiento, ubicado en el entorno del Paraje Natural de la desembocadura del río Guadalhorce, como uno de los sitios fenicios arcaicos mejor conservados del extremo occidente del Mediterráneo.
“Partíamos de que encontraríamos muchas estructuras fenicias y muy bien definidas y conservadas, pero los resultados han superado, sin duda, todas las expectativas”, explica el profesor, que añade que por ahora se han analizado unos 350 metros cuadrados.
Ya se han recuperado piezas de cerámica del siglo VI antes de Cristo y posibles contenedores de salazones y vino, y se han delimitado los primeros caminos, así como muros de más de medio metro de ancho, que podrían identificarse como habitaciones, en las que se ve claramente cómo las partes más altas del asentamiento se comunican con las más bajas.
También se han documentado restos arqueológicos de hace unos 2.700 años que atestiguan las actividades cotidianas realizadas en este asentamiento, origen de la ciudad de Málaga.
Destaca un trozo de ánfora de vino procedente de Extremo Oriente, del siglo VII antes de Cristo, la parte de un horno doméstico para la elaboración de tortas de pan o enseres relacionados con las prácticas pesqueras como pesas de red de plomo y restos de comida, en concreto moluscos marinos.
“Tenemos indicios para creer que también podrían conservarse restos de un embarcadero e, incluso, testimonios de temporales marinos e inundaciones fluviales”, asegura Suárez.
Finalizadas las excavaciones, que se retomarán en agosto de 2023, el objetivo ahora es estudiar todos los hallazgos, en busca de aportar información sobre los espacios correctos para implementar, en el futuro, caminos que faciliten su acceso ante una potencial puesta en valor del yacimiento para su visita.
Se trata de un proyecto de cuatro años, ampliable a seis, liderado por un equipo de la Universidad de Málaga de unas treinta personas, bajo la coordinación del profesor José Suárez, y también participan investigadores internacionales de prestigio