A las puertas de cerrar sus presupuestos del nuevo año, para los que espera contar con el respaldo de su socio de investidura, Ciudadanos, el alcalde no está dispuesto a que un nuevo conflicto de la limpieza enturbie su inicio de mandato. Sigue apostando por el diálogo y se muestra convencido de que la tensión hoy es menos que la que llevó a la última huelga de limpieza, en diciembre de 2013.
—¿Qué balance hace de estos seis meses de mandato?
—La ciudad hoy está saliendo de la crisis con más fortaleza que otras. Está sólida en el plano cultural, con prestigio en el tecnológico, de la innovación o en los compromisos ambientales. Pocas ciudades tienen una política tan completa en el plano social. La dificultad es que se gobierna sin mayoría absoluta y eso supone también que se crea un clima de más diálogo y de corresponsabilidad. Siempre hay un plano diferenciado entre lo que es un acuerdo de pleno y la política de gobierno, y tenemos que procurar ir en una línea que no sea dispar. Hemos puesto en marcha acciones que suman 18 millones de euros en inversiones y acciones de profundo contenido social. Toda esa línea de trabajo tendrá su reflejo presupuestario en el 2016.
—¿Se arrepiente en algún extremo del acuerdo que firmó con Ciudadanos para llegar a la Alcaldía?
—Tiene sus aspectos no satisfactorios como es el tema de los directores de distrito (su sustitución por funcionarios), y esperamos poder encontrar en esta convocatoria a personas con perfiles lo más parecidos posible en identificación con los temas y capacidad de trabajo. Salvo eso, el acuerdo tiene elementos positivos en cuanto puede y debe crear un escenario de estabilidad que es muy bueno para la ciudad. La moderación, el compromiso social y de estímulo a la inversión deben ser las que inspiren la acción municipal en los próximos tiempos. Y puede conseguirse.
—Su socio ya le ha dado un aprobado a la gestión de estos meses. ¿Le garantiza eso una legislatura tranquila?
—No busco que sea una legislatura tranquila per sé, sino productiva y fecunda, donde se mantengan las líneas estratégicas marcadas desde hace años, de una ciudad potente en el plano cultural o en inmovación. El comité de Transfiere (Foro Europeo para la Ciencia, Tecnología e Innovación) el foro Greencities, la marca Málaga Valley no son nombres en vano sino que responden a contenidos potentes. Cada vez Málaga interesa más, atrae más a las empresas. Lo que trato es no tanto buscar tranquilidad sino esfuerzo por ir consiguiendo retos cada día más avanzados por ejemplo en materia medioambiental, con iniciativas como el fomento del uso del vehículo eléctrico. En educación lamento no tener competencias, como tienen otros países europeos, porque hacemos cosas con imaginación y sin apenas costo. Y la fundación, ‘City Wise’, o ciudad sabia, va en esta dirección.
—Decía que no busca tanto la tranquilidad, pero ¿ganaría en seguridad si incluye a su socio en el Gobierno?
—Yo lo he planteado desde el principio y siempre están abiertas las puertas a esa posibilidad pero Ciudadanos no quiere hacerlo y lo respeto. La estabilidad es factible aunque no estén dentro del gobierno, pero lo planteo porque la tarea que tenemos es muy fuerte. Mis compañeros tienen un esfuerzo enorme en distritos y áreas y de contar con trece concejales, que en realidad son once, podríamos pasar a tres más.
—La primera tarea será el cierre de presupuestos. ¿Hay ya un principio de acuerdo con algún grupo?
—Hombre, no está cerrado pero creo que no debe ser difícil cerrar un acuerdo con Ciudadanos y eso no nos impide tener abierta la negociación con los otros tres grupos para tener en cuenta lo más posible sus inquietudes y tratar de conseguir los mejores presupuestos posibles. Pero no podemos incrementar gastos sin aumentar ingresos. La verdad es que los gastos que tenemos hoy es difícil reducirlos porque las ordenanzas aprobadas, y fuimos la primera de las grandes ciudades en tenerlas, se caracterizan por la moderación fiscal. Tenemos uno de los tipos de IBI más bajos de España. Las ordenanzas han bajado además el impuesto de plusvalía un 3 por ciento, hemos reforzado las partidas para mejorar los tratamientos fiscales modificados. El valor de todos estos esfuerzos, de menos ingresos o más ayudas en política fiscal, es de 10 millones de euros y eso nos condiciona los presupuestos, pero algo creceremos.
—¿De todo lo que le plantea la oposición, hay algún tema ya asumible?
—Partimos de un borrador muy bueno, con muchos componentes de política social y todas las modificaciones que hicimos en 2015 hay que conservarlas. El gasto corriente no es flor de un día, sino que se convierte en permanente. No es fácil contestar a eso, pero cuestiones que tengan un coste no alto pueden ser más asumibles.
—¿Está la ciudad abocada a un conflicto laboral de la basura?
—La sentencia del juzgado tiene dos interpretaciones posibles, lo que aleja, parece, la posibilidad de diálogo. Pero creo que se puede dialogar y buscar puntos de encuentro. Parte de la reflexión del juez alude al hecho de que no intentamos inscribir el acuerdo del 23 de diciembre de 2013 y no es cierto. Lo hemos intentado y la Junta se ha negado, sin argumentos. El comité plantea que es válido el convenio del 10-12 y la realidad es que el válido durante estos años es el que firmamos el año 2013, que cortó la huelga. Partimos de ahí para seguir negociando un nuevo escenario, pero no tiene sentido partir de lo que pasó hace tres años. Eso no ocurre en ninguna empresa. A veces la autonomía no ejerce sus competencias, y ahí está el desastre de la formación de hostelería, o las ejerce mal, como en este caso. Haya o no haya recursos, el diálogo es una cuestión de sentido común. Esto es una empresa mixta y el único cliente es el Ayuntamiento. Estos servicios cuestan caro y quien paga son los vecinos y los que pagan tienen un promedio de salario bastante inferior que los de Limasa, un horario de trabajo superior en horas y una inseguridad en su trabajo también superior. Este hecho no puede estar ausente de la negociación, pero no para condicionar nada. No quiero traer una presión ambiental, pero no puedo negociar ni cerrar un acuerdo con el dinero de los vecinos sin que estos sepan lo que ocurre en Limasa y sin que los trabajadores sepan lo que ocurre en la ciudad. Es la obligación que tengo de mediar entre los intereses de los que piden eficacia en la limpieza y los trabajadores, que piden más.
—Pero ahora hay mucha tensión
—Cuando hablo con ellos no he encontrado tensión. En el ambiente de las negociaciones de diciembre pasado encontré menos tensión que en diciembre de 2013 (hubo cuatro días de huelga) y eso lo digo en términos positivos del comité.
—En la polémica del metro la Junta le ha acusado de torpedear el último tramo, el que va al hospital civil.
—No lleva razón. La Junta ha desaprovechado dos años, desde que se firmó el protocolo de intenciones. No lo ha utilizado para hacer los estudios de movilidad previos al proyecto, profundizar en él, o explicarlo bien y en la última reunión del comité de seguimiento con el consejero para ir conjuntamente a explicar el proyecto nos encontramos con carencias de información y con una oposición muy rotunda en los vecinos. No hemos provocado nosotros esa oposición,sino que hay un rechazo. Se podía haber resuelto con cercanía, explicación, transparencia, mil aspectos que la Junta no se ha tomado en serio. El compromiso nuestro era ir hacia esta solución pero siempre con el acuerdo vecinal. No recuerdo la redacción exacta pero la presidenta, en septiembre del 2013, cuando el BEI (Banco Europeo de Inversiones) amenazaba con no financiar el metro si no había acuerdo institucional, Cuando firmamos el protocolo en noviembre de 2013 había un compromiso muy firme sobre aclarar el tema de las inversiones, el mantenimiento del metro. Porque el metro de 2013 nada tenía que ver con el de 2003 en coste, en la financiación del Estado, que negoció de espaldas a nosotros a 35 años en lugar del pago puntual según avanzaran las obras. Lo que es más grave, la adenda que debía perfeccionar aquel acuerdo debía haberse elaborado, consensuado y firmado, incorporado al texto, antes de que el metro abriera. No hubo intento de hacerlo, fueron a conseguir que el BEI pusiera el dinero para que el metro abriera. No le importaba más que abrirlo y manejaron datos para justificar esa línea dos en base a que la EMT se automutile, que hiciera menos servicios, y todo ello de espaldas al Ayuntamiento. Ha habido una deslealtad autonómica en relación al Ayuntamiento brutal, con el objetivo de abrir el metro, cueste lo que cueste .
—¿El presidente del PP dijo que el proyecto del Guadalmedina debía ser prioritario al metro ¿tiene razón?
—Son dos cosas que no tienen nada que ver. El metro surgió al principio de la década de los 2000 de un compromiso de PSOE –PA para Sevilla, que luego se extendió. El Guadalmedina está desde el año 1998 hecho en urbanismo. Me costó mucho sacar el proyecto adelante en el Plan estratégico, con la oposición del entonces delegado de la Junta, José Luis Marcos, y después en estos años la Junta ha jugado a retrasar este tema constantemente. Ahora hay un acuerdo de todas las administraciones de cómo movernos en este tema y quien no contesta es la Junta. No sé por qué retrasa un tema que al final se hará con el consenso y aportación de todos.
—¿En el ámbito nacional algunos plantean un acuerdo nacional entre PP, PSOE y Ciudadanos. Tendría eso un reflejo local?
—Si llega un acuerdo lo normal es que pueda tener un reflejo, no sé si mimético pero tendría efectos entre las fuerzas políticas no sólo aquí. Eso es lo lógico y si se llega a ese acuerdo me parecería sano y bueno.
—¿Va a cumplir su promesa de seguir hasta final del mandato?
—Ese compromiso lo tengo con los vecinos de Málaga; fue antes del acuerdo de investidura, porque el PSOE desató una campaña intensa diciendo que De la Torre se iba enseguida. Salvo causa de fuerza mayor estaré estos cuatro años, porque es mi compromiso.
—¿Cómo están sus relaciones con el presidente del partido después de que censurara que fuera de número dos en su candidatura?
—Son mejor que buenas. En aquel momento tenía que haber tenido más cuidado con las palabras pero trataba de señalar que la configuración de la lista no ayudaba a que esa campaña de la que hablaba pudiera no ser creíble, pero no por la persona ni por sus cualidades.
—¿Será el 2016 el año de alguno de sus proyectos como fueron los museos en 2015?
—Hay muchísimos proyectos, en el plano cultural, tecnológico. En este año espero que abran el museo de la Aduana, que no es nuestro pero podía serlo, ya que ofrecimos llevarlo a cabo de forma temporal. Y la consejera Rosa Aguilar se pone de perfil, no sabe, no contesta. No hay manera. Yo le ofrecí colaboración económica. Luego está el centro de creadores culturales en la antigua prisión que queremos que vaya avanzando..
—En 2020 Málaga será capital europea del deporte ¿Hay suficientes infraestructuras en la ciudad?
—La ciudad tiene un ambiente deportivo formidable y no se trata de tener grandes centros deportivos, que también haremos, sino de que haya una práctica del deporte lo más generalizada posible y ese el el compromiso de la Málaga sana, el ir consiguiendo esa realidad. El patinaje nos falla y algún equipamiento para gimnasia, pero la ciudad no está mal en campos de fútbol de césped artificial. Málaga es una ciudad con atractivo para pasear y en esa dirección pocas ciudades son más competitivas.