Más de tres meses viviendo bajo techos apuntalados
?Me niego a que realicen en la casa una obra mayor con mi familia viviendo dentro. Además, no sólo se deben arreglar los techos, hay más cosas, ya que la vivienda no reúne las condiciones de habitabilidad suficientes?, dice Ángel.
La vivienda que habitan Ángel y su familia en Santa María necesita obras de urgencia
?Es una situación muy desagradable, así no se puede vivir?, comenta el inquilino de la casa
Ángel Sánchez es el inquilino de una vivienda de la calle Santo Domingo que, junto a su esposa y su hija, lleva viviendo algo más de tres meses entre puntales que sujetan los techos para impedir que éstos se vengan abajo.
Esta familia lleva seis años viviendo de alquiler en el número 26 de la mencionada calle en un estado poco digno que se ha agravado considerablemente en los últimos meses.
“Hace unos cinco meses”, el propietario de la finca afrontó “un lavado de cara, enlosando el patio y pintando”, comenta Ángel, algo insuficiente para el estado en el que se encontraba. lo que se pudo comprobar poco después cuando “el 10 de febrero un vecino fue a denunciar a Urbanismo la caída de un techo de su casa”.
“Yo denuncié los hechos con él”, señala Ángel y ante esa situación de riesgo “un técnico del Ayuntamiento se acercó a comprobar lo sucedido y al hacerlo mandó con carácter urgente al propietario a mirar el estado de todos los techos de la finca que dan a la cubierta”, comenta Ángel Sánchez.
El procedimiento continuó y, a finales de febrero, “el arquitecto mandó apuntalar todos los techos” debido a su mal estado. Eso llevó al propietario a realizar unas obras de seguridad “que todos los vecinos aceptaron, pero yo no”, algo que razona: “Me niego a que realicen en la casa una obra mayor con mi familia viviendo dentro. Además, no sólo se deben arreglar los techos, hay más cosas, ya que la vivienda no reúne las condiciones de habitabilidad suficientes”, dice Ángel.
Dicho esto, el inquilino asegura que lo único que pide es que “nos realojen en otro lugar mientras se desarrollan las obras para no correr peligro”, o bien, “que me firmen un documento en el que asuman la responsabilidad si a algún miembro de la familia le ocurriera algo a causa de las obras”, argumenta Ángel.
El motivo no es otro que el miedo que tienen, debido al mal estado de los techos, que cuando se toque algo se pueda venir abajo con ellos en el interior de la casa. Además, comenta, “no sólo son los techos, la casa no reúne condiciones ya que las instalaciones de grifería están a la vista y hay habitaciones que no tiene ventilación”, además de que la finca “tiene escaleras en muy mal estado y algunos techados de uralita”.
Todo esto hace que desde hace unos tres meses, Ángel su esposa y su hija duerman juntos en una habitación, la única que no está apuntalada, ya que tanto el dormitorio de la pequeña como el salón y el pequeño corredor se encuentran apuntalados por diferentes sitios.
“Estamos viviendo una situación muy desagradable. así no se puede vivir. Se pasan muchas noches sin poder coger el sueño y pensando cómo vamos a acabar aquí. Tenemos miedo”, comenta el inquilino, que además con los puntales que hay repartidos por la casa no pueden hacer un uso normal de su vivienda.
Ante eso, aconsejados por un abogado, “como sólo podemos habitar el 50 por ciento de la casa sólo pagamos mientras dure esto el 50 por ciento del alquiler”, aunque el propietario lo rechace.
“La situación es insostenible”, por lo que Ángel desea que “se arregle todo pronto”, ya sea por una solución “del propietario o del Ayuntamiento”. “Nadie se interesa por nuestra situación, salvo una Asociación de Vecinos que me está ayudando que no es ni la que me corresponde”, sentencia Ángel, que ve como los días pasan y no ve luz al final del túnel.
Según Ángel, el propietario rehuye al cobro de las mensualidades
Según comenta Ángel Sánchez, el propietario de la vivienda lleva un tiempo evitando cobrar las mensualidades del alquiler de la casa, concretamente dos meses, desde que el piso fue apuntalado y Ángel se niega a que se desarrollen las obras con él y su familia dentro. Desde entonces “el administrador no viene a cobrar”, ya que el propietario de la finca vive en Sevilla. Ante esta situación, Ángel ha decidido hacerle llegar el pago de la mensualidad directamente a través “del correo, pero él no lo recoge y me viene de vuelta”, señala indignado por desconocer que intenciones tiene el propietario de la vivienda con esta actitud. No obstante, el inquilino de la vivienda de la calle Santo Domingo no se ha quedado de brazos cruzados y ahora le realiza el pago a través de los juzgados.
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