En el frente costero de Rota y Chipiona se localizan afloramientos rocosos “con densos bosques de coral árbol (Dendrophyllia ramea), corales Caryophyllia spp. y vistosas colonias de coral anaranjado (Astroides calycularis)”. Esta última es una especie protegida que encuentra aquí su distribución más occidental y que nunca se había visto frente a Doñana hasta que la filmó Oceana, la mayor organización internacional centrada exclusivamente en la conservación de los océanos, la protección de los ecosistemas marinos y las especies marinas amenazadas y encuentra aquí su distribución más occidental conocida. La riqueza biológica de esta agua ha dado lugar a un ecosistema diverso, a solo entre diez y veinte metros de profundidad, de peces, ascidias o gorgonias.
La bióloga Silvia García, perteneciente a la organización, advierte de que, si bien la zona está declarada como área marina protegida (AMP), las presiones derivadas de la actividad humana, dado que concentran especies de interés comercial y es objetivo de la industria pesquera, poner en riesgo el patrimonio natural.
Por ello, Oceana reivindica declarar los bajos de Rota y Chipiona como una de las 50 áreas de protección estricta que plantea la entidad en el conjunto del litoral nacional. García explica en conversación telefónica con INFORMACIÓN desde ello implicaría determinar zonas totalmente cerradas a cualquier uso, excepto actividades no dañinas necesarias para investigación, seguimiento, y gestión, y zonas en las que se permiten ciertos usos estrictamente controlados, como la pesca artesanal. El objetivo, en cualquier caso, detalla la organización en un informe realizado recientemente en defensa de los refugios marinos es “protegen estos lugares prístinos, refugios para especies y hábitats vulnerables, zonas esenciales de desove y cría, o hábitats ricos en carbono, esenciales para la recuperación de la salud del mar y para la lucha contra el cambio climático”.
Pero la meta es mucho más ambiciosa, añade la bióloga, recordando el planteamiento que llevó a cabo tanto la organización en la que desempeña su labor como World Wide Fund for Nature (WWF) España hace una década. “Las figuras de protección y gestión otorgadas al medio terrestre de Doñana, Parque Nacional, Parque Natural, Reserva de la Biosfera, Patrimonio Natural de la Humanidad, Humedal de Importancia Internacional o Red Natura 2000, no han sido aplicadas al mar, más allá de la pequeña franja marina, para amortiguación de impactos, incluida en los límites del Parque Nacional”, señalaba el documento trasladado a las administraciones públicas. Y argumentaba que “la protección de la zona supondría un gran avance en el umplimiento de la normativa regional, nacional e internacional para la conservación de la naturaleza, así como daría respuesta a las recomendaciones de Unesco, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y el Convenio relativo a los Humedales de Importancia Internacional especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas (Ramsar) sobre la necesidad de llevar al mar la protección ya existente en tierra”.
“Oceana y WWF España reclamaron, por tanto, la extensión de la actual área marina protegida, incluyendo el frente marítimo de Doñana, como mínimo, en la red de Áreas Marinas Protegidas y la Red Natura 2000 marina española, conservando los ecosistemas presentes hasta al menos una profundidad de 50 metros y a ambos lados de la desembocadura del Guadalquivir, entre Mazagón, en Huelva, y la Bahía de Cádiz”, resume García. Lamentablemente la iniciativa no prosperó. “Sería bonito recuperarla ahora”, añade, en pleno debate sobre el parque.