Ambos presiden dos de las comunidades más importantes del país, ambos ganan elecciones por goleada con mayoría absoluta, ambos pertenecen al mismo partido, ambos controlan sus federaciones sin fisuras y ambos son casi de la misma generación, pero los dos son muy diferentes. Y no me refiero únicamente a la oratoria y al estiloclaramente diferenciado entre ambos, sino a sus estrategias políticas institucional y orgánica. Sin ir más lejos, en las últimas semanas hemos sido testigos de dos maneras dispares de entender las relaciones de los presidentes de Andalucía y Madrid con el Gobierno central, y entre ellos mismos.
El primer ejemplo es cómo reaccionaron ante el acuerdo entre el PSOE y los partidos independentistas catalanes sobre la quita de la deuda autonómica. Mientras la presidenta madrileña conminó a los barones populares a que no aceptaran esta medida de gracia económica y financiera del “hijo de puta” Pedro Sánchez, el presidente andaluz urgió a convocar una conferencia de presidentes autonómicos tras los pactos con ERC y Junts y cifró en 17.800 millones de euros el dinero que tendría que condonar el Ministerio de Hacienda a Andalucía si perdonaban 15.000 millones a Cataluña. Esa reclamación en atención al peso poblacional ha dado sus frutos: el ejecutivo nacional, en un principio, cifraba en un 20 % la exoneración de la deuda, con lo que el enjuague oscilaría, con las variables del impacto de las crisis en la economía andaluza, entre los 5 y 10.000 millones. Sin embargo, la reclamación de Moreno y no el frentismo de Ayuso ha permitido que Hacienda vea con buenos ojos una quita de la deuda por habitante de la que se beneficiará no sólo Andalucía, sino el resto de comunidades, incluso Madrid a la que se invitará a condonar parte de su deuda, aunque no sea con el Fondo de Liquidez Autonómica, sino con los bancos.
El segundo ejemplo ha sido la reacción dispar ante el fallo del Tribunal Constitucional de avalar el Impuesto de Solidaridad a las grandes fortunas que el Estado cobrará en las comunidades que han eliminado el Impuesto de Patrimonio. Mientras Ayuso ha anunciado que recuperará este tributo porque “para recaudar España que recaude Madrid” –que patriota, por cierto-, Moreno estudia la fórmula jurídica para que los ricos andaluces decidan a quien quieren pagar: a la comunidad o al Estado.
En definitiva, con una oposición frontal también contra Moncloa, Moreno se ha desmarcado en dos ocasiones de las arengas de Ayuso y le ha demostrado que con su manera de hacer política ha obtenido mejores resultados que la presidenta madrileña.
