Hoy día 6 de enero es uno de los grandes días del año para todas las personas, creyentes o no. En el acervo cultural denominado de los “Reyes Magos”, no obstante en el santoral católico aparece como día de la “epifanía”. Palabra derivada del griego que significa MANIFESTACIÓN. Y va evolucionando esta celebración hacia una fiesta laica (Común) que las gentes viven con independencia de sus creencias religiosas o no. El 6 de enero en el santoral católico se celebra la Epifanía del Señor, también conocida como el Día de Reyes. A lo largo de los dos milenios de cristianismo el tema de esta visita de los magos a la casa donde estaba María y el niño, siendo asunto tan señalado, sólo queda relatada únicamente en el evangelio de San Mateo (Mt. 2, 1-12). Aunque dada la trascendencia de la celebración ha sido objeto de numerosísimos comentarios. Y ya se sabe que cuando poco hay que contar y se desea mucho decir se suele inventar, recrear, interpretar… en definitiva rellenar el hueco con aquello que mejor cuadre a quien escribe o cuenta. El relato de Mateo evidencia algún aspecto que nada tiene que ver con lo que las familias hoy celebran: Los personajes de esta historia son MAGOS, no reyes. Que venían de Oriente siguiendo una estrella, “que iba delante de ellos”. En términos de astronomía el comportamiento del astro se ajusta en parte al de un cometa. Aunque cuando se “detuvo encima del lugar donde estaba el niño”, tuvo que quedar quieta, al menos aparentemente un tiempo que tampoco se conoce. Estos magos relacionaban la aparición de esta móvil estrella con la aparición de un Rey. Puede desprenderse del relato que iban preguntando por donde pasaban, ya que la estrella se movía y al pasar por Jerusalén, preguntaron también al que mandaba en ella, el rey Herodes, posiblemente creyendo que él o un hijo suyo, o persona que él conociera era el Rey de los Judíos. Detalles que el relato de Mateo no toca. Los Magos no podían conocer el lugar hasta que la estrella se detuvo. Si se hubiera detenido en Damasco, por ejemplo, el rey que buscaban sería el de allí. Nada dice Mateo de cuantos eran ni como se llamaban. El número de tres parece evidente que se saca de que después de entrar en la CASA y ver “al niño con María su madre… abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra”. Tres productos, tres magos. Los nombres llegaron más tarde, al menos seis siglos después, al quedar reflejados en un mosaico que se encuentra en la Ciudad de Ravena en la iglesia de San Apolinar el Nuevo (construida en 505), que detalla una procesión de Santas Vírgenes y los Reyes Magos. De como pasaron de magos a reyes no hay forma de saberlo, pero siglos de monarquías permiten instalar en el imaginario colectivo, de forma intencionada o no, la naturaleza regia de aquellos magos “de oriente”. Después de Mateo, miles y miles de textos apologéticos, interpretativos, esotéricos,.. escritos por miles de autores y autoras que añaden de su cosecha lo que creen menester, invocando profecías, de las que no se aportan cita alguna, sobre “un rey que habría de salvar al mundo y que gobernaría con justicia, devolviendo la esperanza a la humanidad”. O incluso las denominadas “revelaciones privadas” de religiosas como Sor María Jesús de Agreda que en su escrito titulado “Mística Ciudad de Dios” relata “cuando la Sagrada Familia partió hacia Egipto, María” huyendo de la matanza de los inocentes y enviando recado a Isabel (su prima madre de Juan el Bautista) para que hiciera lo propio. La ortodoxia oficial de la Iglesia Católica deja hacer, eso si siempre estas “revelaciones privadas” no contradigan nunca “a la única revelación necesaria: la Tradición Apostólica y las Sagradas Escrituras, enseñadas por el Magisterio de la Iglesia.”. De todo ello ¿Qué va quedando? Una noche “mágica” para la infancia más tierna que, después de días de espera ilusionada, acaba cogiendo el sueño confiada de que se produzca la magia y encontrase por la mañana, muy temprano, con los regalos que sin duda se merecen por los benditos sentimientos que despiertan en quienes bien les quieren. Y sí, es día de epifanía para todas las personas. Día para manifestar el cariño a quienes están cerca, a las familias, a las personas allegadas y queridas, sean pequeñas o grandes. Bastante más allá de las ortodoxias religiosas se afianza la celebra la epifanía común del cariño.
Fdo Rafael Fenoy