En los días previos a cada 28-F no puedo evitar emocionarme al recordar algunos de los memorables discursos de los últimos Hijos Predilectos. Al mismo tiempo, levito sobre las joyitas literarias y musicales que nos regalarán este nuevo Día de Andalucía los andaluces que recibirán la más alta distinción de su tierra: deseando escuchar la disertación de Santiago Muñoz Molina, director de la RAE, y el himno de Andalucía en la poderosa voz del cantaor José Mercé.
Como ya comenté el año pasado por estas fechas, suelo releer embobado el memorable discurso de Emilio Lledó ridiculizando “el topicazo absurdo de la pereza andaluza”; me sigue embelesando la pasión que rezumó Antonio Banderas al “volver a la Andalucía del 77” de la mano de García Caparrós; recuerdo lo orgulloso que me sentí de ser andaluz con Luis García Montero al recitar su metáfora del Sur; me identifiqué con la denuncia de “clasismo territorial” que firmó el doctor e investigador Guillermo Antiñolo en su defensa andaluza como territorio al que no debe vetársele para la prosperidad; vibré con el acento de Miguel Ríos y con los versos de Sabina, saboreé el verbo de Antonio Burgos y saludé también los nombramientos de María Galiana, Carmen Laffón, José Saramago, Alberto Rodríguez, Carlos Amigo, Felipe González, Alfonso Guerra, Manuel Clavero y otros muchos.
Sin embargo, lamento profundamente que decisiones, a mi juicio, gratuitas sobre el listado de distinciones nos hagan hablar más en la previa sobre lo que falta y no sobre los mucho y bueno que hay. ¿Por qué el Gobierno de Moreno Bonilla se mete en charcos incomprensibles que no le aportarán absolutamente nada, sino todo lo contrario? ¿A qué viene la ridícula presencia únicamente de 3 mujeres en un listado de 20 galardonados si presumes de ser un gobierno feminista y que lucha a diario por la igualdad de género? Claro que no debería extrañarnos si computamos los hijos predilectos desde que gobierna el PP: todos hombres, salvo Lola Flores el año pasado a título póstumo.
De igual manera, resulta incomprensible que no haya ningún jienense entre los andaluces premiados. No se trata de aplicar cuotas territoriales, pero tampoco de ningunear a un territorio. Ante estas ausencias discriminatorias de mujeres y jienenses, resulta ensordecedor el silencio de la directora del Instituto Andaluz de la Mujer y del delegado de la Junta en la provincia de Jaén. No debe sorprendernos, en cualquier caso, después de demostrar lo poco que pintan desde los cargos de responsabilidad que ocupan.
