Ni el cenizo que acompaña al Betis en los últimos años ni un ejército de gafes ni siquiera una destructiva borrasca que nos destrozó la Semana Santa, podrían frenar la euforia y la idea de que el Betis está ya en Primera. Por el golpe de autoridad con el que el equipo tumbó a este interesante Barcelona B, por el estado de gracia del grupo, por la pegada de los atacantes y, sobre todo, por la diferencia numérica alcanzada con el Celta de Vigo parece evidente que sólo falta elegir el día para celebrar el adiós al calvario.
Nueve puntos más el goal-average, cuando sólo quedan 21 en juego, es una distancia suficiente para desatar el optimismo y meter el champán en la nevera, pese a que los que tienen en la mano el juguete bético deseen refugiarse en la cautela para no tirarse de nuevo a la cuneta.
Mientras que Pepe Mel se encarga de rematar su magistral faena, es el momento ideal para que el club aclare cuanto antes su panorama presidencial y ordene a Vlada Stosic activar el ‘Plan A’. No hay tiempo que perder. La secretaría técnica deberá rearmar el bloque, con el lastre económico, de forma seria para no caer de nuevo en otra trampa mortal. La extraordinaria temporada ha dejado al descubierto huecos peligrosos, sobre todo en defensa y en los extremos, que los técnicos tendrán que apuntalar. Curiosamente, donde sí podrán relajarse será en la delantera. Rubén Castro (19 goles en Liga) y Molina llevarán con su pegada al Betis a Primera y podrán defender al equipo con honor en la máxima categoría. Lo que pase con Emaná será capítulo para otro relato.
Esa artillería, fundamentalmente, es lo que ha puesto a estas alturas al Betis rumbo a Primera. Los latigazos de Ruben Castro y Molina aniquilaron el buen trato de balón y el peligroso arranque del Barcelona B. Nolito, Soriano, Dos Santos y compañía mostraron en el inicio sus venenosos aguijones que aventuraban una historia complicada. Miguel Lopes sufría demasiado, Nolito solicitaba un penalti cuando nadie había roto a sudar, el Betis se ‘atorrijaba’ atrás y el equipo quedaba al descubierto al abrirse tanto buscando la presión arriba.
Mel, con la baja de Emaná, renunció a su habitual 4-3-3 para ensanchar el juego por las bandas con Juanma y Jonathan Pereira.
La cosa no funcionaba, el Betis se convertía en un equipo demasiado largo y con muchas grietas. Pero en un chasquido todo cambió. Juanma sólo la tocó dos veces, dos toques divinos que sirvieron para protagonizar los dos golpes que tumbaron al rival. Excelente eficacia. El Barcelona B, dirigido por el triatleta Luis Enrique, intentó la resurrección. Un lanzamiento al palo de Soriano fue, a la vez, el amago de reacción y el punto final de su intentona.
Nueve puntos más el goal-average, cuando sólo quedan 21 en juego, es una distancia suficiente para desatar el optimismo y meter el champán en la nevera, pese a que los que tienen en la mano el juguete bético deseen refugiarse en la cautela para no tirarse de nuevo a la cuneta.
Mientras que Pepe Mel se encarga de rematar su magistral faena, es el momento ideal para que el club aclare cuanto antes su panorama presidencial y ordene a Vlada Stosic activar el ‘Plan A’. No hay tiempo que perder. La secretaría técnica deberá rearmar el bloque, con el lastre económico, de forma seria para no caer de nuevo en otra trampa mortal. La extraordinaria temporada ha dejado al descubierto huecos peligrosos, sobre todo en defensa y en los extremos, que los técnicos tendrán que apuntalar. Curiosamente, donde sí podrán relajarse será en la delantera. Rubén Castro (19 goles en Liga) y Molina llevarán con su pegada al Betis a Primera y podrán defender al equipo con honor en la máxima categoría. Lo que pase con Emaná será capítulo para otro relato.
Esa artillería, fundamentalmente, es lo que ha puesto a estas alturas al Betis rumbo a Primera. Los latigazos de Ruben Castro y Molina aniquilaron el buen trato de balón y el peligroso arranque del Barcelona B. Nolito, Soriano, Dos Santos y compañía mostraron en el inicio sus venenosos aguijones que aventuraban una historia complicada. Miguel Lopes sufría demasiado, Nolito solicitaba un penalti cuando nadie había roto a sudar, el Betis se ‘atorrijaba’ atrás y el equipo quedaba al descubierto al abrirse tanto buscando la presión arriba.
Mel, con la baja de Emaná, renunció a su habitual 4-3-3 para ensanchar el juego por las bandas con Juanma y Jonathan Pereira.
La cosa no funcionaba, el Betis se convertía en un equipo demasiado largo y con muchas grietas. Pero en un chasquido todo cambió. Juanma sólo la tocó dos veces, dos toques divinos que sirvieron para protagonizar los dos golpes que tumbaron al rival. Excelente eficacia. El Barcelona B, dirigido por el triatleta Luis Enrique, intentó la resurrección. Un lanzamiento al palo de Soriano fue, a la vez, el amago de reacción y el punto final de su intentona.
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