Huelva ha vibrado con la victoria de Carolina Marín en el Campeonato del Mundo de bádminton, que se ha vivido con intensidad, con muchos nervios, pero sobre todo con mucho orgullo 'choquero' -como se conoce a los onubenses- con pasión y alegría en varios puntos de la ciudad.
En el último día de agosto no había gente por las calles de Huelva. En un domingo caluroso tocaba estar pendiente de la televisión para vivir el deporte con alguien de la tierra como protagonista.
En esta ocasión la afición no se interesaba por el Recreativo de Huelva, el equipo de fútbol más antiguo de España, sino por Carolina Marín, una joven jugadora de bádminton de 21 años que desde muy pequeña tenía robado el corazón a los onubenses con sus múltiples éxitos.
En varios bares se concentraron aficionados para seguir el partido por Teledeporte, cautivados por la figura de Marín y su espíritu guerrero. Pero el punto candente estaba en el establecimiento situado en el parque Moret, el más grande de la capital, en el barrio de La Orden, el de Carolina, el de su familia, el de su club, el Recreativo IES La Orden.
Con la camiseta albiazul del equipo había desde pequeños a grandes del equipo, jugadores, técnicos y directivos, que juntos han logrado dos títulos consecutivos de Liga. Entre banderas y fotografías también estaban los abuelos de Carolina, sus tíos y primos, ya que sus padres se marcharon con ella a Dinamarca.
Todos tenían los ojos pegados a la gran pantalla colocada para la ocasión. Seguían con nervios cada punto, gritaban, animaban, sufrían. "Vamos Caro", era el grito de guerra y también la etiqueta utilizada en Twitter, #VamosCaro, porque la final del Mundial también se jugaba en las redes sociales. No se hablaba de otra cosa.
Carolina perdió el primer set, pero no decayeron los ánimos. Huelva creía en ella y se confiaba en su juego, en una remontada, como había visto en tantas ocasiones. Sabían que iba a luchar. Y asÍ fue, la campeona de Europa empató en la siguiente manga y después se adjudicó el set definitivo para proclamarse campeona del mundo.
Un griterío ensordecedor de entusiasmo ante lo increíble en ese instante siguió al desbordamiento de risas y lágrimas, de abrazos y besos. Huelva sumaba una campeona del Mundo a su historia.