Quien esto firma, ha decidido dejar al margen la polémica por las declaraciones de una actriz de reparto de esta película, luego matizadas y explicadas en su contexto, que han incendiado a las redes sociales, con llamamiento al boicot. A este asunto también han dado respuesta en un comunicado la producción, distribuidora y parte del equipo técnico-artístico, con su protagonista a la cabeza y la autora, Dolores Redondo, en cuya novela homónima -primera de la llamada Trilogía del Baztán- se basa.
129 minutos de metraje. La dirige Fernando González Molina (‘Palmeras en la nieve’, ‘Tres metros sobre el cielo’, ‘Hoy tengo ganas de ti’…) La escribe Luiso Berdejo, adaptando el libro citado. La fotografía muy bellamente Flavio Martínez Labiano y la banda sonora, ajustada a la trama, es de Fernando Velázquez.
En su reparto destacan una poderosa Marta Etura, unos sólidos Francesc Orella, Pedro Casablanc y Paco Tous, aunque haya que reseñar también que la siempre eficaz Elvira Mínguez está aquí sobreactuada a su pesar. Y de la protagonista de la polémica, Miren Gaztañaga, también se puede decir otro tanto.
La historia remite a la búsqueda de un asesino en serie de jóvenes muchachas en las orillas del río citado, lo que obliga a una inspectora a volver a sus orígenes y a sus demonios familiares. Con la leyenda mágica del espíritu del bosque, el guardián invisible, de fondo.
Una impecable factura, una excelente utilización de la lluvia, la humedad y el hermoso paisaje como elementos dramáticos y de creación de atmóferas, y, ya se ha apuntado, la composición de Marta Etura serían los saldos positivos de esta propuesta.
Los negativos serían más numerosos. Una excesiva fidelidad al texto literario que lastra las posibilidades de enriquecerlo con el lenguaje cinematográfico. Unos tics, que están en la obra, sobre el presunto matriarcado vasco. En realidad, un tosco y burdo retrato, bordeando lo inverosímil, de una mujer sádica y mentalmente perturbada, pero extremadamente vulnerable y dependiente, y de otra presuntamente fuerte, pero corroída por la amargura del pesado lastre familiar. Ni dominio, ni empoderamiento, ni poder alguno, pues.
Por otro lado, no acaba de encajar bien el thriller y el fantástico, aparte del clima físico citado y logrado. Resuelve pobremente el caso y la conclusión.
Escrito queda. La pelota, en sus tejados. Pero el boicot nunca debería ser la opción.