Justo cuando la Sevilla turística se felicita porque sus hoteles y restaurantes llevan dos semanas con el cartel de completo debido a la sucesiva celebración de eventos como la final de la Copa del Rey, el festival Interestelar, el Día de las Fuerzas Armadas y el concierto de Alejandro Sanz, entre otros, el Instituto Nacional de Estadística nos recuerda que además de esa urbe de postal hay otra de miseria de la que raramente se habla si no es por algún desgraciado suceso. Esa otra Sevilla es la compuesta por los tres barrios más pobres de España, más otros tres que aparecen también entre los quince primeros de la lista de aquellos cuyos habitantes subsisten con los menores ingresos de todo el país, prisioneros de un bucle de desempleo y falta de oportunidades del que no entrevén posibilidad alguna de escapar.
Ahora que tras las elecciones municipales los partidos políticos con representación en el Ayuntamiento anuncian el inicio de conversaciones sobre la investidura del próximo alcalde y los programas que habría que ejecutar en la ciudad, el informe del INE debe servir de aldabonazo para señalarles que por encima del Metro, tranvía, rondas, puentes, túneles y tantas infraestructuras que ocupan a diario el debate público debe haber una prioridad absoluta: rescatar de la pobreza a esos miles de sevillanos que sobreviven a duras penas en barrios como el Polígono Sur, Los Pajaritos, Amate y Torreblanca.