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Libro del corazón

Minerales del corazón

La vida, como la entendemos en la Tierra, precisa de cuatro elementos esenciales del denominado “grupo CHON”: carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno.

Publicado: 28/02/2021 ·
14:26
· Actualizado: 12/03/2021 · 10:05
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Autor

José Manuel Revuelta Soba

Catedrático de Cirugía y Profesor Emérito de la Universidad de Cantabria. Ex-Jefe de Cirugía Cardiovacular del Hospital Valdecilla de Santander

Libro del corazón

Descubriendo el interior del corazón humano, órgano maravilloso, fuente de vida e investigación de calidad

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Cuando el Génesis nos daba la mala noticia “Acuérdate de que polvo eres y que al polvo volverás” (Génesis, Cap. 3, Vers. 19) no iba descaminado, nuestro cuerpo contiene abundantes minerales. 

La vida, como la entendemos en la Tierra, precisa de cuatro elementos esenciales del denominado “grupo CHON”: carbono, hidrógeno, oxígeno y nitrógeno. El complejo organismo humano está constituido por un conjunto de elementos químicos en diferentes proporciones, 96% pertenecientes a este grupo: oxígeno (65%), carbono (18%), hidrógeno (10%) y nitrógeno (3%), junto con una amplia lista de minerales, como calcio (2%), fósforo (1%) y, en menor proporción (1%), potasio, sodio, azufre, cloro, magnesio, yodo, hierro y zinc, todos imprescindibles para el normal funcionamiento de nuestros órganos y tejidos. El carbono forma parte de diversos compuestos orgánicos, pero nunca aparece como elemento químico aislado.

Estos genuinos ladrillos de la vida no pueden sintetizarse por el cuerpo humano, precisando de su ingesta para construir las imprescindibles biomoléculas: ácidos nucleicos, hidratos de carbono, lípidos y proteínas.

Los ácidos nucleicos son los encargados de almacenar y transmitir la herencia a través de sus características genéticas (ácido desoxirribonucleico -ADN- y ácido ribonucleico -ARN-).

Los hidratos de carbono, denominados glúcidos o carbohidratos, compuestos por carbono, oxígeno e hidrógeno, constituyen la principal forma de almacenamiento y consumo de energía. Entre ellos encontramos a los diferentes azucares, fibras y almidones.

Los lípidos o grasas están formados por carbono e hidrógeno y, en menor proporción, oxígeno, fósforo, azufre y nitrógeno. Constituyen un importante almacenamiento secundario de energía, cuando las reservas de hidratos de carbono se han agotado. Estas biomoléculas, insolubles en agua, proporcionan el necesario aislamiento térmico y protección de los órganos y tejidos.

Las proteínas están formadas por hidrógeno, carbono, oxígeno y nitrógeno. Los aminoácidos -monómeros de las proteínas- establecen complejas uniones creando las diversas proteínas. Éstas sintetizan las hormonas, enzimas, jugos digestivos, hemoglobina, proteínas plasmáticas y otros muchos procesos biológicos.

En este artículo de divulgación científica nos ocuparemos de los principales minerales del corazón, de entre los 18 diferentes que precisa el cuerpo humano para su funcionamiento.

Minerales esenciales para el corazón

Estos elementos inorgánicos, en su mayoría metales, son esenciales para la vida, constituyendo el material imprescindible para que las células fabriquen macromoléculas -enzimas y hormonas- que permitan mantener el equilibrio hidroelectrolítico, enviar señales celulares a corta y larga distancia, fortalecer y reparar los tejidos dañados, así como asegurar los constantes movimientos del corazón.

Los  denominados minerales mayores o electrolitos son aquellos que se necesitan en una cantidad superior a 100 mg/día. Estos electrolitos contienen iones libres conductores de la electricidad; se encuentran en la sangre y otros líquidos orgánicos, donde se disuelven total o parcialmente, formando una solución electrolítica. Los principales electrolíticos son el sodio (Na+), potasio (K+), calcio (Ca++), magnesio (Mg++), cloro (Cl-) y bicarbonato (HCO3-).

Mediante el constante trasiego de estos iones, desde el exterior al interior de las células y viceversa, se conserva el imprescindible gradiente electrolítico para mantener el pH de la sangre, la hidratación corporal y las funciones respiratoria, muscular, renal, hepática, nerviosa o el corazón latiendo.

Otros minerales son igualmente imprescindibles para el organismo, aunque en menores cantidades, son los minerales traza -hierro y zinc- y los oligoelementos -manganeso, cobre, yodo o selenio-. Los oligoelementos convierten las moléculas en productos energéticos finales, ceden o captan electrones para sus reacciones químicas -oxidación o reducción-, mantienen la regulación estructural y estabilidad de las moléculas biológicas, controlando importantes procesos biológicos, como la activación hormonal, enzimática y la expresión de los genes.

Mineral de Calcio

El mejor portero del corazón

De todos estos minerales, el calcio es el más abundante en el cuerpo, siendo el componente primordial para fabricar las enzimas -moléculas orgánicas que aceleran la velocidad de las reacciones químicas que se producen constantemente en nuestro organismo-. La mayor parte del calcio se encuentra depositado en los huesos (99%), donde participa en la actividad musculo-esquelética, aparte de la liberación de neurotransmisores cerebrales y coagulación de la sangre.

Gracias al calcio, 3.000 millones de células musculares del corazón pueden contraerse y relajarse 70-80 veces/minuto, sin descanso, durante toda la vida. Sin calcio nuestro corazón se pararía, como ya demostró el médico y fisiólogo inglés Sydney Ringer (1835-1910), al descubrir su papel primordial en la regulación de la actividad eléctrica del corazón.

La célula muscular cardiaca -cardiomiocito- podría compararse a una casa con múltiples puertas. El calcio (iones Ca++) tiene sus puertas de entrada y salida, llamadas canales del calcio. Los iones del calcio sobrantes son almacenados en una habitación de esta gran casa -retículo sarcoplásmico-.

Esquema de las puertas de entrada de iones en la célula cardiaca. Fuente: Science Direct

La contractilidad rítmica de los cardiomiocitos, su fuerza y relajación, depende de la perfecta regulación en el intercambio de iones, generadores de la electricidad autónoma cardiaca -potenciales de acción transmembrana-. Tras la contracción del corazón -sístole-, los iones de calcio salen de la célula permitiendo a las moléculas de actina y miosina volver a su posición primitiva, relajando el miocardio -diástole-. El calcio actúa como un eficiente portero controlando la entrada y salida de otros iones -sodio, potasio, cloro-.

Alimentos ricos en calcio

Los productos lácteos constituyen las principales fuentes de calcio -leche, yogur, quesos o pescados pequeños que pueden consumirse enteros -boquerones, sardinas, chanquetes- cuyas espinas son muy ricas en calcio. Los requerimientos diarios de calcio dependen de la edad, sexo, estado biológico y salud; en los hombres adultos 1 gramo/día, en mujeres 1,2 gr/día, durante el embarazo 1,5 gr/día, y en mayores de 70 años 1,2 gr/día. Estos requerimientos se obtienen perfectamente con una alimentación equilibrada, sin necesidad de tomar suplementos minerales, solo si lo aconseja el médico. 

El electricista del corazón

En el interior del cardiomiocito, el potasio (K+) es el principal catión -ion con carga positiva-, los fosfatos (PO4---) y las bases de ácidos orgánicos son los aniones -iones con carga negativa-; mientras que en el líquido extracelular predominan el sodio (Na+) y cloro (Cl-).

Mineral de Potasio

El desplazamiento de iones de potasio y sodio, a través de la membrana celular, proporciona la energía necesaria para contraer el músculo cardiaco. De hecho, la denominada bomba de sodio-potasio -enzima ATPasa- se encarga del transporte de iones de sodio fuera de la célula y, simultáneamente, de introducir los iones de potasio en su interior. Esta bomba iónica mantiene las diferencias de concentración del sodio y potasio a través de la membrana celular, estableciendo el voltaje eléctrico en su interior, que se va trasmitiendo a todas las células vecinas conductoras de electricidad.

El automatismo cardiaco consiste en su capacidad de despolarizarse espontáneamente, o sea, de poder relajarse tras cada contracción y prepararse para la siguiente. Por ello, la membrana es permeable al potasio y relativamente impermeable al resto de iones. Gracias a esta eficiente bomba de sodio-potasio el organismo preserva la mayor parte del potasio dentro de las células y el sodio fuera.

El potasio tiene un papel fundamental en la excitabilidad del miocardio, ya que permite la repolarización del potencial de acción. Después de la despolarización, los canales de sodio se cierran mientras que los canales de potasio se abren debido a la presencia de más iones positivos en el interior. La prolongación del potencial de acción del corazón es esencial para el proceso sucesivo de excitación-contracción.

La ingesta adecuada de potasio, según lo establece la Food and Nutrition Board of the Institute of Medicine de EE.UU., es de 4,7 gr/día para hombres y mujeres mayores de 14 años; los niños con edades de 9 - 13 años: 4,5 gr/día, de 4 - 8 años: 3,8 gr/día, de 1-3 años: 3 gr/día. La ingesta recomendada durante el embarazo es 5 gr/día y en madres lactantes 5,2 gr/día.

El plátano contiene abundante potasio

Los frutos y vegetales son la principal fuente de potasio; el plátano, naranja, manzana, tomate, alcachofa, brócoli, albaricoque, kiwi, haba, espinaca, calabaza o almendra. Así, como ejemplo tenemos que un plátano contiene 0,4 gramos de potasio y una patata horneada 0,9 gramos. Algunas especies de pescado pueden contener abundante potasio, como el salmón, bacalao, caballa o sardina. Los suplementos de potasio son prescritos por el médico, únicamente cuando detecta en los análisis de sangre un déficit significativo del mismo -hipopotasemia o hipokalemia-, consistente en un descenso en los niveles del ion potasio (K+) por debajo de 3.5 mmol/L, ya que podría causar arritmias en el corazón.

Magnesio

El mineral constituye algo más del 2% de la corteza terrestre y es el componente principal de la clorofila, el pigmento verde de todas las plantas. En el cuerpo humano su presencia es imprescindible, siendo el segundo catión intracelular más importante tras el potasio.

Magnesio

El ion Mg++ se encuentra mayormente formando parte de los huesos, varias enzimas y del trifosfato de adenosina -ATP adenosintrifosfato-, fuente energética primordial para la contracción del corazón. Además, ejerce un papel esencial en la estructura de cadenas genéticas (ADN/ARN), en la transmisión y señalización de los estímulos del cerebro, estabiliza la presión arterial y protege las paredes de las arterias. Suele utilizarse para tratar la acidez de estómago -dispepsia-, como hidróxido de magnesio por su rapidez de acción, así como laxante.

Este importante mineral protege al corazón manteniendo estable su ritmo, asegurando, tras cada contracción, su necesaria relajación. Es un eficiente activador de la ATPasa, enzima que acciona la bomba sodio-potasio, manteniendo la concentración intracelular de potasio y del equilibrio iónico celular.

Alimentos ricos en magnesio

En función del peso y la altura, la cantidad recomendada es 300-350 mg/día, que se obtiene consumiendo diversos alimentos, como almendras, cacahuetes, avellanas, judías blancas, legumbres, cacao y hojas verdes de las hortalizas. Con una alimentación sana y variada, no debemos preocuparnos del magnesio.

Un conocido refrán inglés dice “An apple a day keeps the doctor away” (Una manzana al día mantiene alejado al médico).

La variada y saludable dieta española, rica en pescados, frutas y verduras, es la idónea para proporcionar todos los minerales necesarios, en cantidad y calidad, para cubrir las demandas de nuestro corazón.

El refranero español es bien elocuente,

 “El buen alimento hace el buen entendimiento

El sueño es media vida y la otra media, la comida

Y no menciona al Génesis.

 

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