Cualquiera que en las últimas semanas teclee La Templanza va a tener la suerte de emprender un viaje casi de manera automática a Jerez y a la riqueza de su centro histórico, sus viñedos y sus vinos. No es para menos. Estamos hablando del Jerez de 1850. Es casi irremediable. Lo avisaron en la promoción, el papel de esta ciudad iba a ser también de protagonista, como lo son el gran Rafael Novoa, que interpreta a Mauro Larrea, y el más activo en su perfil de Instagram, donde comparte momentos del rodaje, su pasión por el flamenco gracias a Jerez, y acaba de dar las gracias a sus seguidores por la acogida, y Leonor Watling, que encarna a Soledad Montalvo. Su familia es la responsable de que la historia arranque y termine en Jerez y dé nombre con su bodega a novela de María Dueñas a la que ha dado vida Amazon Prime Video con esta producción gigante y no solamente por su inversión. Gracias a esta familia bodeguera, los que ya hemos devorado sus diez capítulos, hemos podido sumergirnos desde casa a la época dorada y de mayor hegemonía de esta ciudad por la comercialización de sus vinos con España, Inglaterra y medio mundo.
Pero, ¿cómo ha sido ese retorno al Jerez decimonónico a través de la pantalla de nuestro televisor? Margarita Lozano, autora de la novela El caballero de la Frontera, inspirada en Diego Fernández Herrera, y amante declarada del centro histórico de Jerez y su historia –su actividad en redes sociales colgando post sobre edificios y plazas históricas de Jerez es frenética- llegó a emocionarse con un fotograma en el que podía verse la Cuesta del Espíritu Santo “con el que había soñado mil veces” retratando una noche jerezana decimonónica. “Yo siempre estoy publicando sobre otras épocas, y me paro mucho a mirar en muchos sitios. Ahora ya no tengo que imaginarlo, lo he visto, me lo han puesto por delante”, explica a este medio.
Con Lozano, que actualmente estudia también Historia, y que llegó a realizar rutas turísticas con su agencia inspiradas en el libro de María Dueñas en 2015 por la ciudad, hemos repasado curiosidades y secretos de la serie que todo el mundo habla ahora mismo, procurando no hacer spoiler para quienes aún no hayan podido verla.
Nunca enclaves como la Plaza del Mercado, la Plaza del Arroyo, la Plaza de La Asunción (en la serie llamada Plaza Consistorial) o la Catedral, entre otros, lucieron tan espectaculares ni palacios del siglo XVI de esta ciudad desempeñaron tantos papeles a la vez. Y es que lo que muchos no saben es que el Palacio de Campo Real (1545), situado en pleno casco histórico y una de las localizaciones más importantes en La Templanza, se utiliza en la serie para cumplir tres funciones totalmente diferentes. Su fachada, que en postproducción tuvo que pintarse de color melocotón, sirvió para recrear la casa de Mauro en México, tanto el exterior como en el interior, a través de varias habitaciones.
Pero esto no queda aquí: sus jardines también fueron el escenario del famoso baile de máscaras para recrear la casa de Cuba de Carola Gorostiza (Juana Acosta). Además, su bodega del siglo XV, la más antigua de Jerez, se convirtió en la taberna en la que transcurren las actuaciones de flamenco y los brindis con jerez que pueden verse en varias ocasiones de Mauro y otros personajes secundarios.
Mención especial aparte merece el ingente trabajo de producción realizado en la Plaza del Arroyo, donde tuvieron que cubrir hasta 32 señales de tráfico, papeleras, inclusive la grúa de la obra del Hotel Tío Pepe que se construía en ese momento (verano de 2019), para que este enclave volviera al siglo XIX. No en vano, en esta plaza tiene lugar (capítulo 6) el primer contacto de Mauro con Jerez, tierra de la que ya nunca se volvería a separar, con una escena cargada de simbolismo que arranca con un impresionante plano aéreo del carruaje en el que viajan él y su fiel Santos Huesos (Raúl Briones) en la viña de El Corregidor, donde se realizan las labores de la vendimia que cautivaron a su personaje tanto en la ficción como en la vida real. El paseo no deja indiferente a nadie, ni a Mauro ni a los propios jerezanos, pues su entrada en el centro histórico de Jerez deja atrás espectaculares estampas como San Marcos, El Carmen o una bellísima Alameda Vieja con unos figurantes jerezanos vestidos impecablemente de época.
El Palacio del Virrey Laserna (calle Pozuelo) es otra de las ubicaciones que también cobra peso en esta producción. Su interior hace de casa de los Montalvo de niños y que Mauro adquiere posteriormente, mientras que su fachada, una de las que más se repite, es el Museo Arqueológico. Margarita Lozano tuvo la oportunidad de estar presente en el rodaje en el interior del Palacio del Virrey Laserna. Es allí donde Trinidad, la esclava de Carola, aparece cantando y llorando por su ser amado en una fuente que en realidad es una reproducción del brocal del pozo del siglo XVIII que hay.
También pudo comprobar in situ todos los detalles de la iluminación. “Bajaban la intensidad de las luces para que pareciera luz de vela. Estamos hablando del siglo XIX, no puedes grabar como si estuviéramos con led. Es más, estaba tan oscuro que se utilizaban focos para que la gente pudiera ver. El resultado fue alucinante. He leído por ahí que la serie es muy oscura y es precisamente por eso, porque está todo muy cuidado. Es imposible que en esa época hubiera tanta luz como ahora”, explica.
Aún hay más. El Palacio de Abrantes, sede de la Real Escuela de Andaluza de Arte Ecuestre, fue donde se grabó la escena en la que a Sol le negaban la entrada en el Casino de Londres, mientras que las calles de la bodega González Byass, perfectamente reconocibles, hacen de mercadillo.
No podíamos terminar sin hablar de las Bodegas Lustau, que encarnan a la bodega La Templanza, y donde suenan varias frases mágicas. “No sé si estoy en una bodega o en una catedral”, llega a decir Larrea recorriéndolas a lo largo de una serie que expresa mejor que nunca el arraigo a Jerez y la devuelve al mapa del que nunca debió salir. “Jamás una localización y una frase transmitió mejor un sentimiento a la tierra”, apunta Margarita Lozano para referirse justo a la última escena frente a los viñedos, grabada en la viña Cerro Nuevo, con la que los dos protagonistas cierran la serie rendidos a su tierra, a Jerez, a su casa.