El macroplan de 200.000 millones de euros para abaratar la factura de la luz del Gobierno alemán ha hecho resurgir el temor a que las ayudas estatales para hacer frente a la crisis energética desequilibren la competencia en el mercado único para ventaja de los países con economías más potentes.
El anuncio ha sido recibido con críticas, más o menos duras, de varios socios de la Unión Europea y con llamadas a la solidaridad para evitar una carrera de subsidios que favorezca a las empresas de ciertos países y profundice la brecha económica en el bloque.
"Para este reto común necesitamos una respuesta común y coordinada que no comprometa la fortaleza fundamental europea: nuestro mercado único", ha dicho la vicepresidenta de la Comisión Europea de Competencia, Margrethe Vestager, asegurando que sus servicios vigilarán que cualquier ayuda nacional cumpla las normas europeas y su "impacto sobre la igualdad de condiciones".
"Creo que las reacciones al paquete alemán han sido exageradas, pero la fragmentación es un riesgo serio", apunta el director del centro de estudios Bruegel, Jeromin Zettelmeyer, para quien el principal peligro de división es que los países cierren sus mercados nacionales de energía o aprueben subsidios que aumenten la demanda de gas y, por ende, el precio.
A su juicio, el miedo a que el músculo financiero de Alemania le permita acaparar el gas europeo, algo "poco probable", explica esta "sobrerreacción", a lo que se suma que Berlín lo anunció como "un bazoka" cuando en realidad se trata de dinero disponible hasta 2024 y del que no prevé usar todo.
DESIGUALDAD ENTRE EMPRESAS
Si Alemania diseña el plan de modo que incentive el ahorro de energía, como ha prometido, podría incluso ser beneficioso para el resto de hogares europeos, pero la parte problemática -asegura- sería el apoyo a las empresas alemanas puesto que, "en la medida en que estas tienen una mayor protección que otras empresas gasointensivas con las que compiten en otras partes de Europa, es un problema para la igualdad de condiciones".
"No se puede prohibir a los países con más espacio fiscal gastar más en sus propios consumidores que en los de otros países. Alemanes y holandeses dirán que por eso tienen sus frenos de deuda, para reaccionar mejor en una emergencia (...) pero se les puede pedir no tomar acciones que dañen el mercado único, probablemente de modo permanente", dijo a Efe Zettelmeyer.
Daniel Gros, investigador del Centro de Estudios de Política Europea, coincide en que el problema será el apoyo a la industria y las medidas adoptadas en algunos países europeos que, "a diferencia" del plan alemán "no dan incentivos al ahorro" energético.
"La primera fragmentación en el mercado único europeo vino con las medidas españolas y portuguesas porque bajaron los precios de la electricidad en España. Las industrias españolas tenían esta ventaja frente al resto de la Unión", dijo a Efe el economista alemán, para quien las acciones adoptadas por Francia también "están distorsionando el mercado".
La "solidaridad" europea ahora pasa por ahorrar gas, por lo que se debe "proteger a los pobres, pero dejar que funcionen los mecanismos de precios y que estos sean altos" para desincentivar el consumo, mientras se garantiza que el gas fluirá al país que lo necesite en caso de escasez, defiende Gros, que ve innecesario un nuevo fondo europeo para reequilibrar la competencia.
¿UN FONDO COMÚN?
Esa es la propuesta avanzada por el comisario de Economía, el italiano Paolo Gentiloni, y de Mercado Interior, el francés Thierry Breton, que llaman a paliar el diferente margen presupuestario de los socios con un nuevo fondo común inspirado del mecanismo SURE creado por la pandemia, que permitió a la UE endeudarse para luego dar préstamos a los países que lo necesiten.
La idea, que no tiene aval oficial de la Comisión, ha sido recibida con simpatías en Francia, Italia, Luxemburgo o los bálticos y recelos en Alemania, Países Bajos o Suecia.
"Al final no puedes equilibrar completamente la igualdad de condiciones con las reglas de ayudas de Estado si solo hay un país que puede darlas", afirma Zettelmeyer, quien respalda la idea de un fondo europeo para "centralizar" las ayudas, pero circunscrito al apoyo a grandes empresas orientadas a la exportación puesto que estas son las que compiten entre sí, dentro y fuera de la UE.
En el último año, los países comunitarios han anunciado medidas por cerca de 320.000 millones de euros para apoyar a hogares y empresas, un tercio de las cuales (100.000 millones) correspondían a Alemania, según datos recopilados por Bruegel hasta el 21 de septiembre, que no incorporaban aún el macroplan.
Esto suponía un 2,8 % de su PIB, proporción que subirá con el nuevo paquete (equivalente al 5 % del PIB) dejando a Alemania, también en términos relativos, por encima de otros grandes países, como Italia (59.000 millones, un 3,3 % de su PIB), España (35.500 millones o 2,9 % del PIB) o Francia (71.600 millones, 2,9 % de su PIB); y muy lejos de economías más pequeñas.
"Si cada país acaba haciendo su propio programa de subsidios para sus empresas las cosas van a ponerse realmente feas, no solo en el sentido de que los países más grandes ganarán, sino que será un auténtico caos y un despilfarro del dinero del contribuyente", advierte el director del laboratorio de ideas.
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El plan anticrisis alemán reaviva el miedo a la ruptura del mercado en Europa
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