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Patio de monipodio

Flamenco, que sí

Habrá que terminar con el “que sí” de un chotis las bulerías, las soleares, los fandangos, las granaínas, las rondeñas y tantos y tantos estilos como ramas...

Publicado: 28/09/2022 ·
11:40
· Actualizado: 28/09/2022 · 11:40
  • El guitarrista Manolo Sanlúcar -
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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Habrá que terminar con el “que sí” de un chotis las bulerías, las soleares, los fandangos, las granaínas, las rondeñas y tantos y tantos estilos como ramas tiene el árbol del flamenco, para que quienes en el PP lucen un material facial especialmente resistente no digan mentira aunque la mentira reluce sola, como los andaluces que subían y bajaban por la calle de Alcalá. Es que sólo una universidad llevada a “la capi” desde el extremo del corredor del Henares puede tener dureza facial suficiente para erigirse en “madre y maestra” del flamenco y materializar el robo del arte que, les guste o no, es originario de Andalucía, algo imposible de modificar, por más dureza facial contenida en la piel de otras autoridades menos académicas, aspirantes a “capital mundial del flamenco”, mientras se niega la Facultad de guitarra flamenca como pedía el maestro Sanlúcar.

Todavía no han aprendido qué es el flamenco, todavía confunde flamenco y copla aflamencada o canción a-rumbada como si la rumba deforme fuera el máximo exponente del arte andaluz. Desconocen el flamenco y se quieren erigir en sus artífices, después de varios cientos de años de nacimiento en Andalucía y de soportar insultos y tergiversaciones.

La soberbia capitalina de la señora Ayuso se ha visto reforzada  por el desatino de la Universidad Complutense, convencidos ambos que su condición de eje de la política y la economía hispánica les autoriza a erigirse en centro del flamenco, sin respeto a sus orígenes ni a su filosofía, ni a sus principios estéticos y morales. El flamenco es mucho más que un cante que pueda ser moldeado a la limitada comprensión del centro peninsular, para servirse turísticamente de él. Ya que los museos madrileños quedarían casi vacíos si devolvieran las obras de arte andaluzas, ahora se quieren apropiar el flamenco como si el cante fuera un objeto capaz de ser guardado en una sala de exposición. Que el flamenco sea universal supone su expansión y su aceptación en todo el mundo, no que quien se cree ombligo del mundo pueda ser su centro y motivo fundamental. El flamenco, quieran lo que quieran las autoridades madrileñas, nació en Andalucía, se hizo y se hace en Andalucía y está impregnado de filosofía y de estética andaluza, filosofía y estética que esas autoridades de piel facial endurecida todavía no han entendido.

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