Hoy es el Día Mundial del Olivo, declarado así por la UNESCO en su 40ª reunión el año pasado. Los motivos que argumentó dicho organismo son variados y relevantes. El olivo es símbolo de la Paz, la Sabiduría y la Armonía desde hace milenios por diferentes tradiciones culturales. Es motor del desarrollo económico y social de numerosas regiones del planeta. La UNESCO también reconoce su valor como referente e inspirador de la expresión cultural, o su importancia ecológica para frenar el avance del desierto y su contribución para frenar el cambio climático. Y por supuesto, los beneficios saludables del aceite y la aceituna y su protagonismo en la gastronomía de numerosos países.
¿Y en Jaén? ¿tenemos motivos para celebrar el Día Mundial del Olivo? Los sesenta millones de olivos plantados en más de medio millón de hectáreas de nuestra provincia, la relevancia decisiva para nuestra economía, la impronta que ha dejado en nuestras tradiciones, nuestro singular paisaje son algunos de los argumentos inequívocos para que cada pueblo y ciudad de nuestra tierra aprovechase esta fecha para contemplar al olivo con otra mirada menos habitual en nosotros: la de la persona asombrada por la magnificencia de un árbol, que estuvo asociado a proporcionar luz, porque el aceite alimentaba las lámparas que disipaban la oscuridad. Como siempre ocurre, la familiaridad desdibuja los motivos que llevan al reconocimiento de los valores asociados al milenario olivo, cuyo cultivo está ligado al nacimiento de los rasgos de la civilización.
El Día Mundial del Olivo reclama de nosotros más cultura del aceite y del olivo, saber distinguir sus sabores, apreciar las características que lo hacen un excelente aliado de la salud, ser consumidores fieles de los aceites de oliva virgen extra de nuestros campos, exigir en las calidades y en los medios de producción sostenibles.
El Día Mundial del Olivo también debería ser una excelente oportunidad para poner de manifiesto los graves problemas que aquejan a nuestro mar de olivos: falta de rentabilidad y de implementación tecnológica, de incorporación de nuevos agricultores y problemas ambientales vinculados a la proliferación de malas prácticas de cultivo.
Ya que la UNESCO ha señalado como relevante algo en lo que somos campeones, deberíamos aprovechar ese viento para impulsar la presencia de nuestra tierra a nivel mundial. Es una cuestión de oportunidad y de orgullo.