“El 15 de abril de 1986, las fuerzas armadas norteamericanas desarrollan una operación denominada El Dorado Canyon. Bombardean Libia, varias ciudades y bases y yo estaba allí”.
Así se presentó a la audiencia el capitán de navío retirado Jaime Rocha Rodríguez, ex agente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) o servicios secretos españoles, para a lo largo de menos de una hora dar a conocer lo que es un servicio de inteligencia y posteriormente, conceder la palabra a los presentes para contestar a aquello que un ex expía puede contestar, que no todo por razones obvias. Y lo que se responde debe tener como receptor a aquellas personas que sepan leer entre líneas porque es de donde van a sacar más información.
Fue precisamente en este apartado en el que contestó a seis preguntas, cuatro de ellas realizadas por el escritor Enrique Montiel, que iba dispuesto a invitar a una cerveza al conferenciante –no saquen conclusiones apresuradas antes de conocer a qué viene aquí el líquido elemento-, una por un militar analista de inteligencia y otra por parte de este periódico. Una sola porque el resto ya estaban hechas. Mejor.
Esas preguntas demandaban información sobre el papel de los servicios secretos en el intento de golpe de estado del 23 de Febrero de 1981; sobre los atentados de 11-M en Madrid; sobre las andanzas de la familia Pujol en Cataluña; si existe en España un servicio de espionaje desconocido que actúe por encima del CNI; dónde se reclutan los espías y finalmente, si es verdad que el ex presidente Jordi Pujol contó con un servicio de inteligencia capaz de confeccionar información suficiente como para hacer tambalearse la democracia española. Tambalearse o tumbarla.
Espionaje de la Generalitat
Efectivamente y aunque Jaime Rocha siempre calló más de lo que dijo, no dudó al afirmar que la Generalitat Catalana siempre ha tenido servicio de espionaje propio, no sólo con Jordi Pujol sino históricamente, aunque la etapa histórica estaba más centrada en obtener información de la propia Cataluña y el sur de Francia.
“Pero aquí todo el mundo espía a todo el mundo”, respondió Rocha, añadiendo que “no sé si ahora lo tiene pero sí lo ha tenido. Esto es, que si se quiere leer entre líneas y ante la falta de concreción usar la legítima especulación, todo hace indicar que ex president Pujol tiene en su poder ese dossier.
¿El alcance del mismo? Es algo que sólo saben los que custodian los documentos del servicio de inteligencia conocido como los Pata Negra formado por ex agentes del entonces CESID.
Esos agentes, según diversas fuentes, elaboraron informes durante años sobre las redes de corrupción, escándalos y sus ramificaciones en todo el Estado español, que es como los catalanes llaman a España.
Aquí es preciso cambiar el orden de las respuestas sobre el orden de las preguntas, porque Cataluña sigue estando en el punto de mira una vez que se comienza a demostrar la actividad ilícita de la familia del ex presidente de la Generalitat.
“El tema de Cataluña, de la familia Pujol, de Banca Catalana… se conoce desde hace muchísimo tiempo, aunque no con tanto detalle como ahora. Pero hay que tener en cuenta una cosa, los servicios de inteligencia están al servicio de su país, que quiere decir al servicio del Gobierno de turno de su país y actúan en función de las órdenes que reciben del Gobierno (de turno). Informan al Gobierno y el Gobierno toma las decisiones”.
Rocha recordó las declaraciones recientes de Tony Blair achacándole a los servicios de inteligencia norteamericanos el haber actuado en Irak sin que Sadan Hussein tuviera posibilidad de desarrollar armas atómicas ni tuviera armas químicas almacenada.
“Eso de que por informaciones erróneas se toman decisiones equivocadas no es más que excusa. Yo no digo que los servicios sean mejores o peores, pero puedo casi garantizar que las informaciones que da un servicio de inteligencia están muy contrastadas y son veraces. Ahora, nosotros no pasamos de ahí. El servicio de inteligencia informa a quien tiene que informar; las decisiones las toman los políticos que para eso están”.
La pregunta sobre esos hipotéticos servicios secretos “más secretos que los secretos” la despachó pronto Rocha. “Si lo supiera no lo podría decir porque desvelaría un secreto de Estado”, mientras que aclaró que los analistas de inteligencia, cuando él entró en la Casa, eran un 80 por ciento miembros de las Fuerzas Armadas, Policía y de la Guardia Civil, mientras que ahora la relación entre militares y civiles podrían estar en un 50 por ciento.
Y se buscan fundamentalmente en las universidades y sobre la base de perfiles definidos. “Si quiero un analista del Magreb buscamos a una persona que domine el idioma y luego una serie de cualidades humanas”.
Rocha había explicado durante la conferencia el protocolo de captación, señalando que “prácticamente ninguno” salía de la pestaña del CNI en el que invitan a los aspirantes a espías a echar su currículo para poder acceder a la Inteligencia española.
La captación la hacen los propios miembros de la inteligencia tras un detallado conocimiento de la persona a la que desean incorporar porque no es normal que uno vaya al Centro Nacional de Inteligencia (CNI) pidiendo trabajo como espía.
El 11-M
El ex agente del CNI, Jaime Rocha, reconoció que sobre la trama del 23-F hubo, “efectivamente” un informe del entonces CESID. “El general Manglano llegó al CESID justo a raíz del 23-F y lo que voy a decir es público, si no, no lo diría. Es cierto que parte del servicio de inteligencia intervino en el 23-F, parte, sin conocimiento de los mandos. Fue una colaboración que prestaron determinadas personas y medios. Naturalmente, esas personas fueron luego juzgadas, en algún caso condenadas y en algún caso absueltas”.
A renglón seguido reconoció que “es verdad. Hubo una intervención (de los servicios secretos) y se hizo un informe, existe un informe del 23-F. Daría para una conferencia”, zanjó Rocha.
En el caso del 11-M, los atentados de Madrid de mayo de 2004, los servicios de inteligencia tenían sospechas ciertas de que se estaba preparando algo grande por parte de la ETA. La ETA había intentado meter en Madrid, por dos veces, furgonetas cargadas de explosivos y todo indicaba que ETA estaba preparando un gran atentado, sin conocer más detalles”.
¿Qué fue lo que ocurrió? “Luego hubo intervenciones que no puedo desvelar, no españolas, y aquello se convirtió en una masacre que se les fue de la manos a lo que tenían en principio en mente. Y no pasamos de aquí”.
Como se puede observar, leyendo entre líneas o entrecomillados, las dudas sobre la efectividad de los servicios de inteligencia no están dentro de sus filas, lo que deja en muy mal lugar a los gobiernos de turno en distintos episodios de la historia reciente de España y la del mundo, habida cuenta de que existen teorías conspiratorias de todo tipo sobre diversos asuntos.
Léase el propio 11-S norteamericano con la CIA y la Agencia Nacional de Seguridad estadounidense, la famosa NSA por sus siglas en inglés a las que achacan indistintamente o juntas la voladura de las Torre Gemelas o esa frase de Rocha sobre el 11-M de Atocha, que da motivos para más teorías de la conspiración cuando dice que “luego hubo intervenciones que no puedo desvelar, no españolas, y aquello se convirtió en una masacre que se les fue de la manos a lo que tenían en principio en mente”.
Desinformación
No obstante, los propios servicios de inteligencia no se quedan atrás y incluso se incluyen como cómplices cuando el ex agente del CNI se refería a otro apartado del trabajo de los servicios de espionaje, que es dar a conocer información falsa con el fin de desinformar, no sólo a los gobiernos enemigos o incluso amigos, sino a la población del propio país que se puede ver inmersa en un engaño masivo. Principalmente porque la gente es propensa a creerse lo que se le cuente su es suculento.
Esto es, que los servicios de inteligencia también trabajan en crear las condiciones idóneas para propiciar otras condiciones que permitan actuar a los gobiernos en una uno otra dirección, no siempre a favor de los intereses generales de la población, aunque mejor pensar que estas son las menos veces y con buena intención. Lo que ya es fe en los gobernantes.
No hay que olvidar, de todas formas, que la conferencia de Jaime Rocha Rodríguez, quien fue presentado por el vicealmirante retirado y académico José Enrique de Benito Dorronzoro dentro de las actividades de las Real Academia de San Romualdo de Ciencias, Letras y Artes, tenía como objetivo dar a conocer el trabajo de los servicios de inteligencia de España que están, básicamente y malpensados aparte, para proteger a los españoles.
Héroes forzósamente anónimos
El capitán de navío retirado Jaime Rocha tuvo un recuerdo “a los siete fallecidos en Bagdad en ejercicio de su labor el 29 de noviembre de 2003 y a los miles de hombres y mujeres que trabajan sin descanso, arriesgan sus vidas y sacrifican a sus familias por nuestra seguridad. El carácter secreto de ese trabajo impide el reconocimiento público” de esa labor.
Entre esos hombre ha estado Jaime Rocha desde que fue captado por el CESID, a las órdenes del general Emilio Alonso Manglano, a quien definió como el creador y director del CNI durante 14 años y “traicionado” por unas escuchas “que eran aleatorias” pero que lo sentaron en el banquillo “y finalmente fue absuelto y murió siendo absuelto”.
Fue un hombre que “sacrificó su vida, familiar y personal por el servicio de inteligencia, donde estuvo catorce años como director. Lo que es hoy el servicio de inteligencia español se lo debe al general Manglano”.
Igualmente, la actividad de Jaime Rocha pretende dar a conocer una Asociación de Ex Miembros del Servicio de Inteligencia Español que a su vez tiene como objetivo mostrar a la ciudadanía lo que es y el trabajo que hace ese tipo de servicios. Nos dimos cuenta de que ahí había un vacío grande y para llenar ese vacío se crea esta asociación cuyo objetivo principal es divulgar la cultura de Inteligencia”.
Lo hace a través de congresos o acuerdo con universidades o a través de entidades como la propia Academia de San Romualdo.
Rocha habló de la importancia de la información con fines militares desde la antigüedad, llegando a poner el caso de Judit cortándole la cabeza a Holofernes, lo que dio la victoria a los judíos, por lo que no dudó en calificar el espionaje como “uno de los oficios más antiguos del mundo” porque lo principal para ganar es conocer lo que tiene el contrario.
Un espionaje que no se limita a la guerra, sino que se ejerce en la industria, en la política y en todos los campos y siempre con el mismo objetivo.
¿Amigos o enemigos?
Habló de la colaboración entre distintos servicios de inteligencias de países amigos y enemigos, aunque lo de amigos y enemigos lo puso entre signos de interrogación señalando que la colaboración termina cuando terminan los fines que persiguen cada uno e incluso cuando se está trabajando codo con codo se están vigilando mutuamente “si puede traicionarse, se traicionan”. O sea, que si se enteran de algo del contrario, mejor y sin remordimientos porque el contrario hará lo mismo.
Los Reyes Católicos ya tenían servicios de espionaje dentro y fuera de sus fronteras, aunque es con Felipe II cuando la profesión de espía toma cuerpo, instituyendo la figura del Espía Mayor del Reino. Obviamente, era personal de plena confianza del monarca y de hecho, de Felipe II fue Juan Velázquez de Velasco y el hijo de éste lo fue de Felipe III.
La importancia del espionaje se vio en la batalla de Annual en 1921, donde Abd el Krim contó con la basa inmejorable para derrotar la ejército español de haber sido agente de los servicios de espionaje españoles, por lo que sabía todo sobre los efectivos y su distribución en África.
Y sin olvidar al mítico Garbo, Juan Pujol García, “el espía que derrotó a Hitler” según la obra de Javier Juárez, quien por cierto fue de los pocos que se ofrecieron para ser espías y de forma insistente.
Primero fue rechazado por los Aliados, luego admitido por los alemanes y finalmente espía doble que convenció a Hitler que el desembarco de Normandía iba a tener lugar en Calais. Tan bien o hizo que obtuvo las mayores condecoraciones de Alemania y de Inglaterra, sin olvidar que su trabajo desembocó en el mundo actual que con sus muchos defectos, debe ser mejor que el derrotado.
La condesa de Romanones, Ramón de Carranza Fernández de la Reguera y otro muchos más forman parte de esa historia escrita bajo el anonimato. O casi.