Por mucho que se pretenda clamuflar, el Año Camarón ha pasado sin Museo, sin pena y sin gloria. Lo que se ha hecho ha estado más encaminado al consumo interno que vive desde hace mucho con el plato lleno, pero poco ha trascendido a lo que realmente estaba llamado a ser. Esto es, un reclamo turístico. Y no se venden las excelencias de la familia sin salir de casa.
La firma del protocolo de colaboración en la última parte del año para la construcción del Museo ha dado un respiro al Gobierno municipal por obra y gracia de la Junta de Andalucía, que en una subvención “excepcional” ha comprometido los fondos.
Las prisas en la concesión del proyecto expositivo de un equipamiento al que le falta mucho para abrir sus puertas han llamado incluso la atención de Izquierda Unida, que pretende hacer ver que se quiere tapar algún mal paso administrativo.
Y lo peor de todo, lo que se está haciendo en lo que respecta al Museo, o sea, la esencia misma de lo que se pretende, nace ya hipotecado por el poco espacio de la parcela junto a la Venta de Vargas.
A la larga, el Museo no podrá crecer si fuera necesario y si a lo que se aspira es a que sea necesario que crezca, los responsables locales han comenzado acotando sin remisión su desarrollo natural.
Es verdad, no obstante, que la presencia de la Venta de Vargas supone un valor añadido al Museo Camarón, porque los dos nombres -Camarón y Venta- son activos turísticos de mucho peso. Pero el precio de nacer estrangulado puede resultar fatal a medio y largo plazo.
La misma suerte -o peor, más encorsetado- hubiera corrido en la Casa Lazaga, es cierto, pero no así en una tercera ubicación sin complicaciones como otras propuestas de construirlo en el Parque Sacramento, con sus modificaciones puntuales del Plan General de Ordenación Urbana que llevarían la primera piedra fuera del mandato corporativo. O sea, no rentable políticamente.
La parcela de titularidad municipal entre el Parque del Barerro y la avenida Rafael Alberti, usado como un aparcamiento desde hace años, da a un espacio abierto y a una avenida que entronca con la salida y entrada de la ciudad, con la particularidad de que hay que entrar. Lo que ahora no es necesario.
Nadie quiso pensar en ella para suplir aquella escuela de hostelería que alguien quería construir y que al final la escuela no era más que una cocina grande separada del establecimiento. Como la casa del guarda (administrativo).
Ahora ya está todo proyectado y pactado y si comienzan las obras en 2018 no habrá marcha atrás. Porque lo nornal es que comiencen las obras en 2018 paa que estén terminadas antes de las elecciones de 2019.