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Sevilla

Sevilla alberga la estación de tren más pequeña del país

Hace casi 25 años que funciona en Sevilla la que podría ser la estación de ferrocarril más pequeña de España, en el Parque del Alamillo

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La estación de tren más pequeña de España está en Sevilla.

La estación de tren más pequeña de España está en Sevilla.

El secretario de la Asociación Sevillana de Amigos del Ferrocarril.

Hace casi 25 años que funciona en Sevilla la que podría ser la estación de ferrocarril más pequeña de España, una instalación a escala que se encuentra en el Parque del Alamillo, y que sobrevive tras casi un cuarto de siglo gracias a antiguos trabajadores de Renfe y amantes de los trenes en general.

Se trata de una actividad que mantiene la Asociación Sevillana de Amigos del Ferrocarril (ASAF), una entidad sin ánimo de lucro que, por el pago de un euro por viaje, muestra, sobre todo a los más pequeños, el mundo de los trenes adaptado al lugar donde se encuentran.

La asociación dispone de varios trenes, aunque a los visitantes, sobre todo, les llama la atención los dos de vapor con los que cuenta, que funcionan con agua y el carbón que compran con el euro que recaudan de las entradas, "normalmente en sacos de 500 kilos que cuestan 500 euros”, explica a EFE el secretario de ASAF, José del Valle.


Disponen de trenes que circulan por un recorrido de 500 metros de longitud y 200 de vías auxiliares, en un paseo de unos cinco minutos donde no faltan los semáforos de control de vías, un puente o un túnel con murciélago incluido, y todo “en mitad de la naturaleza, lo que hace que guste más todavía el recorrido”, de unos cinco minutos.

Al estilo de otros lugares de Europa

José del Valle explica que, en su día, tuvieron esta idea cuando algunos aficionados al ferrocarril supieron que había iniciativas similares en Inglaterra o Alemania, “donde funcionaban este tipo de trenes de una forma parecida”, por lo que "un grupo de socios tomamos la iniciativa y le pedimos al Parque del Alamillo hacer una prueba”, que realizaron en la zona donde hoy se encuentra una locomotora a tamaño real que forma parte del recorrido,

Así estuvieron unos dos años, hasta que montaron el actual dispositivo, construido por ellos mismos con todos los detalles, “incluso con una cochera”, donde no solo se guardan los trenes al final de la jornada, sino que funciona como taller de las locomotoras, y ver cómo se trabaja para que el vapor siga saliendo por la chimenea es otro de los espectáculos que ofrece esta iniciativa, mientras que el resto de los trenes funciona con una batería que hay que reponer cada cierto tiempo.

Todo en perfecta coordinación

Todo lo que se ve en el espacio de la estación lo han hecho los socios con sus propias manos, y todo está perfectamente coordinado para atender a cientos de personas cada domingo que abre sus puertas -además de los festivos- con tres intensas horas de 11.00 a 14.00 para dar cabida en los trenes a quien quiera probar una experiencia más que curiosa.

ASAF cuenta hasta con un jefe de estación, Alejandro, que se encarga de dar la salida a los trenes y coordinar que se vayan ocupando los que esperan en el andén para salir, anunciando, eso sí viajes con destino a Málaga o Córdoba, donde, de paso, recomienda algunos de los lugares imprescindibles para visitar en cada ciudad.

Las tres horas pasan rápido, y poco antes de las dos de la tarde llega el peor momento de la mañana, cuando hay que avisar de que se va a realizar el último viaje.

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