A pesar del mal juego de los toros de Benítez Cubero, seis jóvenes jinetes propiciaron una entretenida matinal de rejones en la Maestranza de Sevilla, en la que el portugués Francisco Palha y el sevillano Luis Valdenebro cortaron sendas orejas.
FICHA DEL FESTEJO: Seis toros, para rejones, de Benítez Cubero (el cuarto, con el hierro de Pallarés), bien presentados y de juego descastado y aplomado.
Álvaro Montes: pinchazo y rejonazo (vuelta al ruedo tras petición de oreja).
Joao Moura: cinco pinchazos y rejonazo contrario (ovación tras aviso).
Manuel Manzanares: tres pinchazos, rejonazo contrario y descabello pie a tierra (silencio).
Francisco Palha: rejonazo trasero (oreja con petición de la segunda).
Luis Valdenebro: rejonazo trasero (oreja).
Lea Vicens: pinchazo, rejonazo trasero y descabello pie a tierra (vuelta al ruedo).
La plaza registró tres cuartos de entrada en mañana soleada y de agradable temperatura.
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REJONEO A TORO PARADO
La clásica matinal de rejones del domingo de "farolillos" dio sitio este año a varias de las jóvenes promesas del toreo ecuestre que aún no encuentran hueco en los carteles de las grandes ferias. Y no decepcionaron.
A pesar del descastado y aplomado juego de los toros de Benítez Cubero, los nuevos jinetes, más los ya curtidos Álvaro Montes y Joao Moura hijo, supieron resolver con oficio y buen aire las complicaciones que planteó una corrida muy parada ya desde su salida al ruedo.
Abrió plaza el jiennense Montes, con un estilo muy campero de monta. Recibió a portagayola y garrocha en mano a un primero de serio trapío que resultaría ser el más manejable del encierro.
Montes clavó banderillas de violín sobre el albino "Macandé" y se ajustó escalofriantemente en el embroque para clavar una cuarta, en el que fue el momento de más emoción de la corrida. Sólo un fallo con el rejón de muerte evitó que la petición de oreja fuera suficiente.
El portugués Moura lidió con facilidad pero sin brillantez a un segundo toro muy parado y aquerenciado en tablas, con el que luego marró reiteradamente a la hora de matar.
Manuel Manzanares, hijo y hermano de grandes toreros de a pie, toreó con templado oficio a un tercero de menguante movilidad, al que clavó banderillas con limpieza sobre varios caballos del hierro de Hermoso de Mendoza. También falló en la suerte suprema.
El cuarto fue uno de los tres toros berrendos de la corrida, y cinqueño, como los anteriores. El portugués Francisco Palha también se mostró fácil con él, apoyándose en la buena doma de sus cabalgaduras para, llegando muy cerca de los pitones, provocar las cortas embestidas de otro astado aplomado.
Un rejonazo fulminante le valió al "cavaleiro" no sólo la primera oreja de la matinal, sino también una fuerte petición de la segunda, que el presidente tampoco atendió.
También paseó un trofeo el sevillano Luis Valdenebro, jinete de dinastía cuyo padre, del mismo nombre, toreó muchas de estas matinales sevillanas en los años ochenta y noventa.
Con un escaso bagaje, Valdenebro superó los nervios y desaciertos iniciales para ir cuajando una labor a más, marcada por un concepto clásico del rejoneo, ante un astado reservón y que aferró pronto sus pezuñas en el albero de la Maestranza.
Cerró plaza la amazona francesa Lea Vicens, que se está adiestrando en el rejoneo en la finca de los hermanos Peralta. Con otro astado de escaso juego, al que toreó sin demasiado ajuste, la bella rejoneadora tuvo una actuación aseada que basó sobre todo en su garboso estilo de monta.