El Real Alcázar va a chequear durante los próximos tres años las fisuras existentes “desde tiempo inmemorial” en el Palacio Mudéjar. El Patronato ha licitado un contrato por cerca de 5.000 euros en virtud del cual se instalarán 18 “testigos mecánicos” para determinar la “evolución, movimientos o cambios” en las grietas que presentan las yeserías del Palacio.
“El Real Alcázar realiza revisiones periódicas y con carácter preventivo sobre las estructuras y elementos decorativos de todos sus palacios para acometer las posibles intervenciones patrimoniales, sean preventivas o de restauración”, explicaron fuentes municipales. Estos trabajos los realizan empresas especializadas externas a partir de las indicaciones de los restauradores del monumento. En el caso de este contrato que ahora se licita, se trata de chequear con un grado de precisión de 0,01 milímetro (es decir, con capacidad para medir cambios de hasta 0,01 milímetro) qué evolución presentan las fisuras de las yeserías del Palacio Mudéjar. Con cuatro lecturas al año y coincidiendo con las estaciones meteorológicas, el Alcázar tendrá datos fidedignos sobre el comportamiento de los materiales ante los cambios térmicos y de humedad. “De haber cambios o movimientos, se determina en qué grado y cuantía para establecer las actuaciones que sean necesarias con el objetivo de frenar su avance y mantener la conservación del Palacio”, apostillan las citadas fuentes.
El Real Alcázar se rige por el principio de mínima intervención patrimonial al objeto de preservar siempre el carácter histórico del monumento. Estos chequeos son habituales en el Real Alcázar. De hecho, de cara a una segunda fase de intervención sobre las yeserías –la primera se acometió hace dos años–, se está ejecutando un trabajo de I+D con la Universidad de Sevilla a través de un programa de I+D y transferencia de conocimiento del Ministerio de Ciencia para determinar su grado de conservación. Este proyecto persigue evaluar el estado de conservación a través de la determinación de la dureza superficial, la descripción de la degradación y la creación de un modelo de funcionalidad o vida útil funcional. Las técnicas (termografía, radar para conocer los métodos de fijación o la fotogrametría para definir formas o dimensiones) y los aparatos empleados no son invasivos, conformando una metodología de ensayos pioneros.
