Los geólogos Ángel García-Arnay y Francisco Gutiérrez, del Departamento de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Zaragoza, han hallado nuevas evidencias de la existencia de antiguos lagos en Marte, hace aproximadamente 3.700 millones de años, que pudieron estar potencialmente interconectados, como recoge el artículo que acaba de publicar la revista Geomorphology.
Los investigadores del grupo de Procesos Geoambientales y Cambio Global del Instituto de Investigación en Ciencias Ambientales (IUCA-Unizar) han estudiado la región de Nepenthes Mensae, al noroeste del cráter Gale, conocido por ser la base de operaciones del rover 'Curiosity' de la NASA desde 2012, ha informado la Universidad de Zaragoza en una nota de prensa.
Sus hallazgos contribuyen a poner en contexto las condiciones ambientales y climáticas en el cercano cráter Gale durante aquel período de tiempo.
En concreto, el análisis geomorfológico de la región ha permitido la identificación de diez depósitos sedimentarios en forma de abanico, situados en la desembocadura de los antiguos valles fluviales, así como de 54 terrazas localizadas a lo largo de los límites de las depresiones y junto a relieves residuales.
Así se desprende de las conclusiones recogidas en el trabajo titulado 'Reconstructing paleolakes in Nepenthes Mensae, Mars, using the distribution of putative deltas, coastal-like features, and terrestrial analogs', de la revista Geomorphology.
EVIDENCIAS
Este artículo presenta evidencias de la existencia de antiguos lagos en la región de Nepenthes Mensae, situada en la zona de transición entre las tierras altas y bajas de Marte, que se caracteriza por un cinturón de depresiones interconectadas con presencia de numerosos relieves relictos.
Las tierras altas situadas al sur de Nepenthes Mensae presentan superficies más antiguas y corresponden a la región de Licus Vallis, que cuenta con numerosos valles de origen fluvial, cuyas desembocaduras se sitúan a lo largo de la margen sur de las depresiones de Nepenthes Mensae, señala la investigación.
La cartografía de detalle de estas morfologías, su distribución espacial, así como su análisis morfológico y morfométrico sugieren que los depósitos en forma de abanico y las terrazas son, probablemente, antiguos deltas de tipo Gilbert y plataformas costeras, respectivamente.
Su gran similitud con una selección de análogos terrestres, así como la detección, en el frente de uno de los deltas, de minerales arcillosos formados en presencia de agua líquida, principalmente esmectitas ferromagnesianas, refuerza esta interpretación.
Además, el estudio de la distribución espacio-altitudinal de los deltas y plataformas revela que los antiguos lagos tuvieron líneas de costa estables, a una determinada altura, a lo largo de los márgenes de las depresiones.
Estos paleolagos, que pudieron estar potencialmente interconectados, perduraron el tiempo suficiente para dejar una impronta geomorfológica en el paisaje de la región, como demuestra la formación de los deltas y las plataformas costeras.
DATACIÓN
La datación de la superficie de las depresiones por el método del contaje de cráteres de impacto ha permitido estimar la existencia de estos lagos hace aproximadamente 3.700 millones de años, durante el Noéico tardío, con posibles procesos de reactivación a principios del período Hespérico, hace unos 3.500 millones de años.
Los hallazgos de los investigadores del grupo de Procesos Geoambientales y Cambio Global (IUCA-Unizar) revelan "el importante papel morfogenético" que el agua líquida ha desempeñado en la evolución de las regiones de Nepenthes Mensae y Licus Vallis durante los períodos Noéico y Hespérico, y contribuyen a poner en contexto los continuos hallazgos sobre las condiciones ambientales y climáticas en el cercano cráter Gale durante aquel período de tiempo, han concluido desde la Universidad de Zaragoza.