Las majestuosas Cruces de Mayo, ya importante atractivo turístico, lucen un año más sus esplendores en Torremolinos. Veinticuatro son los típicos monumentos florales que en este año 2010 se ofrecen a la admiración y el fervor popular. Una singular obra de artesanía, tejida con los pétalos del corazón. Sus progenitores son la entusiasta legión de miembros que componen las diferentes peñas y asociaciones del municipio. El homenaje del recuerdo y la gratitud se tributa en la temporada presente a:
Las peñas La Trasnochá, Amigos del Arte, La Carihuela y Cultural de Montemar Alto, y a las entidades: Asociación de Mujeres de Torremolinos, Asociación de Mujeres Madame Bovary, Asociación de Amas de Casa Virgen del Carmen, Asociación Cultural Aires de Torremolinos, Cofradía de El Calvario, Grupo Parroquial Sagrado Corazón de Jesús, Junta de Festejos de Montemar Alto, Club de Boxeo Postigo, SEP de Torremolinos (educación de adultos), Centro de Convivencia de Playamar, Hogar de la Tercera Edad El Pozuelo, Centro de Mayores de Plaza Goya y las asociaciones de vecinos y urbanizaciones de: Barriada San Miguel, El Higueralillo, Amistades de la Colina, Los Alamos, El Bajondillo, Plaza del Parque, Entrepinos y Hacienda El Pozuelo.
La celebración de la fiesta de las Cruces de Mayo en este preciso mes obedece a dos motivos: por un lado, la Iglesia Católica tiene fijado en el calendario el 3 de mayo como día de la Invención de la Santa Cruz. Y por otro lado, mayo es popularmente el mes de las flores por excelencia. De la unión de estos dos conceptos, la celebración del día de la Cruz el 3 de mayo y el hecho de llamársele a mayo "mes de las flores" surgió, en tiempos de los que no se tiene constancia -aunque resurgió la idea en el siglo XVIII-, la fiesta de las Cruces de Mayo adornadas con flores. En Andalucía es habitual celebrar la fiesta con bailes por sevillanas alrededor de la floreada cruz y, sobre todo en las poblaciones pequeñas, con un minúsculo ágape compartido a pie de cruz entre los organizadores y los participantes, que no entre los asistentes.
En la antigüedad, e incluso bastante avanzada la era cristiana, se celebraba en el mes de mayo la fiesta de las "mayas". La "maya" era encarnada por una niña vestida de blanco y con una corona de flores sobre su cabeza. Tras ella iba un cortejo de niñas también vestidas de blanco y engalanadas con flores. Con el tiempo esta celebración infantil se trocó en el levantamiento en la plaza del pueblo de un gran árbol denominado "mayo". Éste se adornaba con flores, frutos y cintas de seda, y todo el pueblo bailaba y cantaba alrededor de él. Hay autores que relacionan las fiestas mayas con la diosa Flora, representación del renacer de la vegetación, en cuyo honor celebraban los romanos las correspondientes fiestas primaverales. Otros autores argumentan que el árbol de mayo al que veneraba el pueblo representaba al dios Attis, que murió y resucitó hacia el equinoccio de primavera. Para evitar esta práctica, la Iglesia cambió el árbol por una cruz, aunque los festejos en sí continuaron siendo los mismos. Paralelamente, la Iglesia estableció el culto a la cruz en el mes de mayo.
Aunque la cruz es miles de años anterior al cristianismo, la Iglesia, en la pluma de Eusebio de Cesarea, forjó la leyenda de que el emperador Constantino, antes de la batalla del año 312 contra su opositor Majencio en el puente Milvio, había visto en el cielo una cruz luminosa con la inscripción latina "in hoc signus, vinces" (con este signo vencerás). Desde entonces la otrora cruz pagana quedó definitivamente "cristianizada", y Constantino se convirtió a la nueva religión, según es costumbre argüir. Para reforzar la leyenda, se atribuyó a la madre de Constantino, Elena, el descubrimiento en el monte Calvario de la hipotética cruz de Cristo, con lo que la Iglesia estableció la fiesta de su veneración. Sea como fuere, cruz, tradición y flores hacen posible que las jornadas primaverales de las Cruces de Mayo sean fielmente observadas hoy por numerosos pueblos, entre los que Torremolinos ocupa su honorable lugar.