La historia se repitió a pies juntillas a lo vivido el Martes Santo. Ni los partes meteorológicos echaron por tierra la ilusión de colocar a las cofradías en la calle. Con el cielo encapotado y con unas predicciones nada halagüeñas, las distintas Juntas de Gobierno tomaron la decisión de salir a procesionar.
La Hermandad de San Joaquín, la Vera-Cruz tomaba su camino habitual y a la altura de Ganado, la lluvia se convirtió tristemente en la protagonista. La cofradía no se lo pensaba, tomando como salida Ganado arriba buscando nuevamente Cielo.
Metros atrás, el palio de Consolación y Lágrimas, de igual modo, también se dio la vuelta y tomó de nuevo Diego Niño, aunque esta vez, a la inversa.
Media hora más tarde, la otra Hermandad que posesionaba en la tarde del Viernes Santo, La Soledad, igualmente, también se recogía tras las primeras gotas de lluvias caídas, en una noche que terminó por estropear una jornada negra.