El exfutbolista salvadoreño Jorge González Barillas, más conocido como Mágico González, recibió durante cinco intensos días el homenaje '60 años de Magia', que conmemora el sesenta cumpleaños de un jugador que es toda una leyenda en una ciudad como Cádiz donde se le idolatra tras su paso por el club gaditano en la década de los ochenta.
Los años han pasado y de él queda su descomunal destreza con un balón en los pies y también sus incontables faltas por indisciplinas. Sanciones y más sanciones por su personalidad bohemia y poco profesional fueron la tónica dominante durante su trayectoria futbolística. Lejos del Estadio Carranza su forma de ser no cuajó. En Cádiz, sí. Aquí se le reían, y se le siguen riendo las gracias porque su idiosincrasia encajó con la de una parte de la ciudad. Y porque era un mago con el balón aunque el equipo no ganase la Liga o la Copa del Rey. Pero aún así, hasta Diego Armando Maradona dijo que había un jugador mejor que él: Mágico González.
A sus sesenta años, con el fútbol ya en el recuerdo de las retinas que lo disfrutaron, una de las conclusiones de su visita a Cádiz es que su forma de ser no ha cambiado. Para cuestiones oficiales, es sencillamente un informal. De buen corazón, pero un poco impresentable. Actitudes que aquí en Cádiz son motivo de chanza, en otros lugares, y también aquí, serían tachadas de falta de respeto.
Desde su llegada el miércoles, 11 de julio, hasta su acto de despedida, su agenda de actos organizada para que la ciudad le rindiese homenaje por su 60 cumpleaños se ha caracterizado por la desidia... y eso que pasaron 15 años de su última visita a la 'Tacita de Plata'.
Llegó tarde a la recepción en su hotel. Las malas lenguas dicen que no porque se retrasase el avión, sino porque se detuvo en Puerto Real para un aperitivo.
La agenda es humo
El jueves estaba prevista su recepción oficial en el Ayuntamiento a manos del alcalde, José María González, a las doce del mediodía. Llegó cerca de las dos de la tarde y eso que le esperaba un regidor indispuesto por un proceso vírico. Evidentemente llegó tarde al segundo acto de su homenaje en la Fundación Cajasol, que en agenda aparecía a la una de la tarde. La cara de algunos periodistas que tenían que cubrir la información era un poema.
Seguimos. Ese jueves tenía que presentar la nueva equipación del Cádiz CF a las nueve de la noche en el acceso a Tribuna en el Estadio Ramón de Carranza. Llegó una hora tarde. Aún así, la multitud que allí se congregó se volvió loca con su presencia.
Llega el viernes. Su agenda estaba marcada por un acto en El Rosal para asistir al entrenamiento del equipo amarillo. No llegó tarde, simplemente no fue. Este acto se pospuso para el sábado a las doce. Tampoco fue. Quizás tuviera algo que ver los documentos gráficos que reflejan que su amor a la noche no se ha desvanecido con la edad.
El viernes también tenía que asistir a la clausura del Campus Cádiz CF. No apareció. Sí llegó para el partido de veteranos del Cádiz CF y Los Pachines, aunque algunas fuentes dicen que le costó salir al campo. Al resto de actos del viernes, llegó tarde.
Para el adiós, lo mismo
Y por fin llega el lunes con un acto de despedida a la altura del cariño que se le tiene en Cádiz, la inauguración de la Puerta ‘Magico’ González en el Estadio Carranza a las siete y media de la tarde para después, a las ocho, tener un encuentro con las peñas cadistas en el mismo estadio. En el colofón de su visita, y ante la desesperación de muchos periodistas, fotógrafos, cámaras y aficionados de todas edades allí congregados, Mágico González llegó cerca de las diez de la noche.
En definitiva, para muchos en Cádiz esta visita reforzará su visión de que “él es así”, es decir, “genio y figura hasta la sepultura”, mientras que para otros que nos han hecho llegar también su opinión, sin dejar de reconocer su grandeza con un balón en los pies, simplemente “es un informal... un impresentable. Lo que hizo fue una falta de respeto”. El debate sigue abierto hasta su próxima visita.
Eso sí, recuerden una de sus frases: "Reconozco que no soy un santo, que me gusta la noche y que las ganas de juerga no me las quita ni mi madre. Sé que soy un irresponsable y un mal profesional, y puede que esté desaprovechando la oportunidad de mi vida. Lo sé, pero tengo una tontería en el coco: no me gusta tomarme el fútbol como un trabajo. Si lo hiciera no sería yo. Sólo juego por divertirme".