No, no se trata una cadena de supermercados. Es la idea acuñada días atrás durante una curiosa conferencia. Algunos medios se han hecho eco de la sentencia de aquel experto que durante la disertación inaugural del Congreso Greencities en el Palacio de ferias, el de las ciudades verdes, vaticinaba como un profeta que Málaga sería una superciudad con más de un millón y medio de habitantes. Muchos fuimos los sorprendidos, unos con alegría y otros con negativa perplejidad. Su profecía se basaba en su peculiar descubrimiento de un triángulo mágico entre Antequera, Nerja y la capital, en el que se podría asentar una ciudad no solo millonaria en cuanto al número de habitantes sino también por los pingues beneficios que aportaría la prodigiosa urbe.
Una gran quimera sin duda, pero que hoy mismo, dos semanas después, parece querer convertirse en realidad con el anuncio de un complejo residencial en el entorno del Monte de San Antón. A lo peor esta pudiera ser la razón que aquel iluminado conferenciante enmascaraba con su anuncioLas utopías siempre han sido hermosas, sobre todo por servir para fijar unos objetivos en ese horizonte inalcanzable, en donde cuanto más te acercas más lejos está. Bien al contrario, las quimeras urbanas, como aquella del oro, nos llevan a leyendas de ciudades sin nombre en donde todos sus habitantes serían estrellas errantes. O como aquella otra del desierto de Arabia que relata Lovercraft que también quedó en el olvido, ruinosa y desmembrada.
Cabe imaginar que la consecución de esa Supermálaga, como esas lenguas de lavas que hoy nos maravillan, se lograría a base de la expansión del frente urbanístico por encima de esa frontera que es la autovía del mediterráneo, para adentrarse por las colinas de Málaga y de la Axarquía, soportada por unas inexistentes y costosas infraestructuras ante las dificultades que ofrece las características del territorio. Todo ello limitado por un recurso básico cada vez más escaso como es el agua, que supone la principal limitación a cualquier crecimiento en nuestro entorno. Una gran quimera sin duda, pero que hoy mismo, dos semanas después, parece querer convertirse en realidad con el anuncio de un complejo residencial en el entorno del Monte de San Antón. A lo peor esta pudiera ser la razón que aquel iluminado conferenciante enmascaraba con su anuncio.
Si Málaga es hoy una ciudad atractiva y cómoda es precisamente por su equilibrado tamaño en base a los recursos disponibles. El algo más del medio millón de habitantes la configuran como una ciudad ideal. Que lo grande no es lo mejor se acuñó desde Europa frente a las hipérboles norteamericanas. Aquí, lo pequeño resulta hermoso.